uno de los títulos más elocuentes entre lo mejor de la
literatura latinoamericana del siglo xx, es sin duda, la “crónica de una muerte
anunciada” de gabriel garcía márquez. se sabe que no es usual recibir por
título el desenlace de lo que debiera ser un inesperado o al menos distanciado final de trama. sin embargo,
el escritor colombiano se dio el lujo de escribirlo y publicarlo en 1981 con un
toque de vencido humor y entristecido sarcasmo. al ir leyendo las páginas que
(re)visitan la breve historia que encamina el innevitada(able) asesinato de
santiago nasar, nos damos cuenta de que, efectivamente, todo en la narrativa de ese preciso día predisponía su muerte inminente; anticipada por todos, excepto, la víctima.
encontrar un estudio joven de arquitectura como macías
peredo (emp), evoca justamente esa estrategia narrativa-vivencial inventada por
garcía márquez; pero en este caso, en sentido inverso. es decir, el desenlace
perfectamente previsible que anuncia de inicio su encuentro, no asegura el
devenir de una tragedia sino que –como evidencía su aún breve existencia–
estamos ante una historia en certero ascenso anunciado.
emp, fundado en guadalajara, méxico, está conformado por
magui peredo y salvador macías –ambos egresados y profesores de la escuela de
arquitectura del iteso con maestría en la upc de barcelona. hasta ahora no eran
muy conocidos fuera de su ciudad, a pesar de que ya han colaborado con el
despachos españoles de renombre en proyectos de vivienda.
el ‘tragaluz’ llegó hace un par de meses cuando emp ganó
el iv concurso del pabellón eco 2013 –convocado por el museo experimental el
eco, dirigido por paola santoscoy. macías peredo mereció el primer lugar por
votación unánime presentando, a mi juicio, la ejecución más atinada en la
historia del concurso. la eficacia del proyecto a nivel funcional y simbólico;
la economía de recursos; su elocuencia, sencilla elegancia y sutileza de la
configuración espacial y estética, consolidaron un resultado integralmente (im)perfecto.
no malentendamos el sentido de esta afirmación; no llama
su nombre en menosprecio ni sobre una mal-entendida ‘maestría’; esa
(im)perfección radica en la austera serenidad que conforma el espacio
intervenido de baldosas vibrátiles que te hacen andar con plena conciencia de
tus pasos, uno tras otro; funambulistas solitarios aventurando el cuerpo y las
expectativas sobre un patio (sus)pendido y en pendiente.
en estricto sentido, la propuesta de emp extrapola no
sólo el concepto de lo que puede entenderse como un ‘pabellón’; y la concepción
esencial de lo que es un ‘patio’ –el patio de la ‘escultura habitable’
concebida por mathias goeritz en la ciudad de méxico en 1953.
la apuesta
de emp introducede una ‘nueva diagonal’ en el patio buscando otra manera de
entenderlo; “en una visita que hicimos al espacio una noche durante el proceso
de elaboración de la propuesta, nos encontramos con un patio multitudinario.
esto nos reveló que nuestra aproximación no podía entorpecer el acontecer de
los eventos cotidianos del eco; también comprendimos que el visitante debía ser
un actor importante. esa noche descartamos las propuestas anteriores y surgió
la final.”
a partir de entonces cinco consideraciones guiaron el
proyecto en el estudio. la primera: trascender los límites del patio para
establecer una relación con el parque; la consigna: vincular el interior con la
calle, manifestando la posibilidad comprensiva del museo como extensión del
espacio público.
la segunda consideración fue trabajar con la retícula de
barro del patio. emp buscó reinterpretar barro como materia prima original
eligida por goeritz para el piso del patio. el arquitecto, escultor y pintor
solía compartir el hecho de que cuando abrió sus puertas, el eco “fue criticado
precisamente por sus “absurdos” ángulos agudos.”[1] por tanto, esta retícula racional dictada por el material
era probablemente el único elemento que no participaba de la idea que goeritz
utilizó como manifiesto crítico: muros diagonales y duelas distorsionadas. la
aproximación de emp al espacio intentaba así configurar sobre lo existente una
nueva expresividad.
la tercera condición proponía dos
cuestionamientos: ¿cómo convivir con los pabellones anteriores; y cómo lograr
no repetir contenidos ya explorados? la topografía, la cubierta y el muro
–temas hasta entonces abordados por las propuestas ganadoras en años previos–
parecían cerrar un ciclo entre límites verticales y horizontales. emp abre uno
nuevo transformando lo existente desde su propia configuración espacial.
“la cuarta consideración fue
nuestra renuncia a construir un objeto impuesto” –me comentaron hace tiempo
magui y salvador; “finalmente, debíamos atender la condición económica y la
agilidad de construcción.”
trazar y elevar una pendiente sobre el piso original
hasta desaparecer el límite que franquea el muro hacia la calle resultó así una
consecuencia casi obligada de su proceso reflexivo. trabajarían con un ‘nuevo’
suelo de baldosas, pero también con el recuerdo de su condición original,
recuperando la memoria de aquella superficie de historia casi olvidada.
goertiz consideraba
‘la arquitectura emocional’ como un experimento para ‘moverse’.[2] “jugar, elevar significativamente
el plano horizontal (el suelo) parecía el medio ideal para concretar nuestras
intenciones. los efectos que tendría este nuevo patio inclinado nos resultaban
evidentes: dejar atrás su carácter habitual estático y contenido. al
convertirlo en un plano activo y transitable conectaría el acontecer dentro y
fuera del museo. hacia la calle, los visitantes del museo se asoman en picada.
en sentido inverso, la pendiente es un foro que observa de frente a la galería
principal del museo.” éstas fueron las intenciones convertidas en logros en el
proyecto. “pensar un pabellón de arquitectura nos dio la oportunidad de
conducir nuestra reflexión hacia el tema del espacio y sus límites, más
allá del objeto de diseño.”
“esencialmente, el
pabellón habla de un trabajo que poco tiene que ver con construir un volumen.
busca, en cambio, un gesto por evidenciar lo preexistente: el parque, la
dinámica de la calle, el ventanal, el barro, la retícula, los árboles, las
actividades y los visitantes del museo.”
liberados del compromiso por atender un programa
arquitectónico complejo o impuesto, la propuesta les brindó tiempo y espacio
para repensar la arquitectura como un oficio con facultades suficientes para construir una idea poderosa en el
espacio y atreverse a considerarla una expresión artística. “esta noción estuvo
siempre presente en nuestro proceso. creemos que un pabellón de arquitectura no
es un tema de composición sino de reflexión”; afirmaron magui y salvador en
nuestra charla más reciente.
goeritz afirmaba que "la belleza plástica, [...] se
presenta con más vigor donde menos interviene el llamado ‘artista’";[3] es esta equilibrada relación entre
propuesta y pretensiones lo que da cuenta el espacio convocado por emp.
desnudado de falsas pretensiones, la propuesta se ofrece al público como un presente dado al ascenso del cuerpo, mirada, pensamiento y espíritu. andar
esos 30 pasos que separan el ventanal de la sala principal del eco hasta su
borde limítrofe, desenvuelve dentro del visitante una secuencia de tímidas y
fundantes experiencias. las baldosas (juntas pero no pegadas entre sí, por ello
ligeramente vibrátiles) disponen un juego de incierta estabilidad semejante al
andar cotidiano de la vida y la ciudad; como
si queriendo asirse de los retorcidos y oscuros brazos de la jacaranda al
cierre de una acalorada primavera.
lo evidente es que el equipo-en-simbiosis que conforman
salvador macías y magui peredo
refleja con pureza los alcances y futuro anunciado de su último proyecto
–el primero en la ciudad de méxico. son honestos en su discurso, discretos en sus
formas, y funcionales sin mayores pretensiones. la visibilidad que albergan
entre sí como complicidad intelectual, imaginativa, emocional y estética es la
misma que traslucen sus construcciones y proyectos construidos, en
vías de, o cuando aún esperan suspendidos en planimetría del dibujo.
una de sus obras recientes que también sobresale por la
integralidad comprensiva del material elegido (tabiques de barro); así como del
contexto (guerrero negro, bc) es el complejo que han proyectado para la
exportadora de sal del corporativo essa [en colaboración con 3arquitectura y francisco gutiérrez]. un compendio extedido de edificios
sinceros interpelándose sutilmente entre muros lisos y juegos de sombras que,
sobre algunas fachadas, juegan entre extracciones. dialogando susurros entre la
calidez táctil del barro y el prístino, ajeno y embelezador aspecto de las
inmensas extensiones de sal que convierten ese territorio en un escenario
cercano al paraíso; o bien, a la superficie extrañamente hospitalaria –en su
silenciosa soledad– de mundo alterno al que recién caímos, como si…
me han
comentado ambos arquitectos que se alimentan de experiencias de viaje hacia
territorios desconocidos. cuando les pregunté sobre esta práctica impulsada por
su despacho cada año (ya una tradición, incluyendo a un grupo de jóvenes
arquitectos tapatíos), magui mencionó dos viajes que los
han marcado: brasil y portugal. “en brasil pudimos visitar a personalidades
como angelo bucci, milton braga y caique niemeyer; aprendimos muchísimo. en
portugal pudimos compartimos un taller de arquitectura y un ciclo de
conferencias con académicos de la universidade do minho como bruno baldaia (eaum); carlos maia (eaum e ceu arquitectos); francisco
ferreira (eaum); entre otros.
en lo personal, magui peredo ha desarrollado una
investigación sobre la relación entre dos actores fundamentales en la historia
de la estética en méxico: “herbert bayer
y mathias goeritz, nueva monumentalidad en méxico” –proyecto presentado en
diversos foros sobre arquitectura. también ha colaborado con el despacho saeta
estudi (barcelona); y en el proyecto ruta
del peregrino con la secretaría de turismo del estado de jalisco en 2009.
por su parte, la tesis del master de salvador –“josef albers, aproximaciones a la arquitectura mexicana”– fue
publicada por la unam en 2010; y su obra se ha exhibido en el palacio de bellas
artes (ciudad de méxico); instituto cultural cabañas (guadalajara); escuela
técnica de lisboa (portugal), entre otros.
dra. marcela quiroz luna