es la misma duda lo que me hace pensar que es quizá un asunto de tiempo, de nuevo y otra vez, lo
que le de sentido o un (des)aparecer-sentido a esa vida que tuve a tu lado y junto
a ti.
es el tiempo que
pasa lo que parece que dejo ir.
a tu lado tuve la
espalda rota y las ilusiones traicionadas. a tu lado y sin ti me duelen los
huesos por la noche y las esperanzas por la mañana. a tu lado me sentí tan frágil
que muchas veces me perdí entre cojines y sábanas blancas; escondida de tristeza para
que no me encontraras.
pero, inevitable,
sucedía, me buscaste siempre.
a tu lado pensé
cosas sobre la tarde y mis alcances; perdida en falsas complacencias para quien
sufre una condición dictaminada.
a tu lado me quejé
de todo. pero resolví alguno de los muchos problemas que, expuestos sobre el
silencio, nunca debiera decirse a quien se quiere o se quiso. por eso supongo
pensabas que tuve siempre, un poco, la cabeza en otro lado. cuando solamente
estaba buscando dónde recargarme.
a tu lado olvidaba
las cosas para que me las contaras de nuevo. a tu lado las ignoré queriendo
constatar que seguías aquí tendiéndome la mano.
olvidé para que me
recuerdes, alegre, mi triste memoria.
…
dudas sobre el
corazón que construye de tu geografía en mi personal armado y piensas que entre
tantas cosas y tan poquitas, se me hará fácil perderte de vista.
se te debe haber
olvidado que mi mirada tiene su memoria particular. se te debe haber olvidado
que es ella la que no deja de lado. porque a un lado —siempre, en esa vida que
ya no es— siempre estuviste tú.
recuerda entonces
lo que debes saber hoy de lo que estuvo: cuando parecía que miraba de frente,
lo que veía, lo que vi, eras tú.
ese es el sentido
del amor, la insistente amorosa conciencia del estar junto a ti. y es algo que
sólo el tiempo me enseñó a fuerza de paciencia.
a tu lado soporté
seguir en mí. pude dar sentido al desconcierto, al dolor, a los deseos —ya para
siempre postergados. a la imprecisión.
porque todas esas
cosas que nos eran ajenas cuando empezamos a estar nos arrancaron de tajo, como
si queriendo rompernos el presente, la fe. en un instante indecible se
desmenuzó la luz. quedamos sordos. y un poco cojos también.
sucede que nadie te
avisa (si es que lo saben) que cuando esas desgracias impávidas de tensa
crueldad se montan encima de uno lo hacen tan de frente que las cosas que ayer quisimos
ver desaparecieron de tanta obcecada necedad.
no se puede tener
la vida de frente si no se tiene a un lado, un amor como el que te tuve.
fue así. hasta hoy
pude ser quien soy, a pesar… sólo pude ser lo que fui, a pesar.
a pesar incluso de ti mismo, pero siempre junto a ti.
a pesar incluso de ti mismo, pero siempre junto a ti.
sucedía y sucede que las cosas
que me duelen (como me duelen desde esa noche que nunca terminó), ahora tengo que
obligarlas a que me duelan de frente. puestas, arrinconadas, desnudas de terror
y coraje para que las pueda ver.
ver de frente. sin
sesgo, sin aliciente, sin mendigar.
cuando me ciega, maldigo
la espalda quebrada, pierdo la pierna-que-nada, desmayo los hombros, bajo los párpados, busco dentro de mí la
densidad de lo insufrible. debe estar ahí dentro en otro aliento.
entonces era cuando volteaba y siempre, hasta-que-no, estuviste tú.
entonces era cuando volteaba y siempre, hasta-que-no, estuviste tú.
. . .
frente a tanto frente a nada, hoy puedo sacudir los brazos y volver a bailar solamente y
solamente porque junto a mí, estoy yo.
gracias por la vida
que diste asumiendo como propio ese lugar.
hoy, es mío.