22 de mayo de 2015

por si un día, la pregunta


es la misma duda lo que me hace pensar que es quizá un asunto de tiempo, de nuevo y otra vez, lo que le de sentido o un (des)aparecer-sentido a esa vida que tuve a tu lado y junto a ti.

es el tiempo que pasa lo que parece que dejo ir.


a tu lado tuve la espalda rota y las ilusiones traicionadas. a tu lado y sin ti me duelen los huesos por la noche y las esperanzas por la mañana. a tu lado me sentí tan frágil que muchas veces me perdí entre cojines y sábanas blancas; escondida de tristeza para que no me encontraras.

pero, inevitable, sucedía, me buscaste siempre.


a tu lado pensé cosas sobre la tarde y mis alcances; perdida en falsas complacencias para quien sufre una condición dictaminada.

a tu lado me quejé de todo. pero resolví alguno de los muchos problemas que, expuestos sobre el silencio, nunca debiera decirse a quien se quiere o se quiso. por eso supongo pensabas que tuve siempre, un poco, la cabeza en otro lado. cuando solamente estaba buscando dónde recargarme.

a tu lado olvidaba las cosas para que me las contaras de nuevo. a tu lado las ignoré queriendo constatar que seguías aquí tendiéndome la mano.

olvidé para que me recuerdes, alegre, mi triste memoria.


dudas sobre el corazón que construye de tu geografía en mi personal armado y piensas que entre tantas cosas y tan poquitas, se me hará fácil perderte de vista.

se te debe haber olvidado que mi mirada tiene su memoria particular. se te debe haber olvidado que es ella la que no deja de lado. porque a un lado —siempre, en esa vida que ya no es— siempre estuviste tú.

recuerda entonces lo que debes saber hoy de lo que estuvo: cuando parecía que miraba de frente, lo que veía, lo que vi, eras tú.

ese es el sentido del amor, la insistente amorosa conciencia del estar junto a ti. y es algo que sólo el tiempo me enseñó a fuerza de paciencia.


a tu lado soporté seguir en mí. pude dar sentido al desconcierto, al dolor, a los deseos —ya para siempre postergados. a la imprecisión.

porque todas esas cosas que nos eran ajenas cuando empezamos a estar nos arrancaron de tajo, como si queriendo rompernos el presente, la fe. en un instante indecible se desmenuzó la luz. quedamos sordos. y un poco cojos también.

sucede que nadie te avisa (si es que lo saben) que cuando esas desgracias impávidas de tensa crueldad se montan encima de uno lo hacen tan de frente que las cosas que ayer quisimos ver desaparecieron de tanta obcecada necedad.

no se puede tener la vida de frente si no se tiene a un lado, un amor como el que te tuve.

fue así. hasta hoy pude ser quien soy, a pesar… sólo pude ser lo que fui, a pesar. 

a pesar incluso de ti mismo, pero siempre junto a ti.


sucedía y sucede que las cosas que me duelen (como me duelen desde esa noche que nunca terminó), ahora tengo que obligarlas a que me duelan de frente. puestas, arrinconadas, desnudas de terror y coraje para que las pueda ver.

ver de frente. sin sesgo, sin aliciente, sin mendigar.

cuando me ciega, maldigo la espalda quebrada, pierdo la pierna-que-nada, desmayo los hombros, bajo los párpados, busco dentro de mí la densidad de lo insufrible. debe estar ahí dentro en otro aliento. 

entonces era cuando volteaba y siempre, hasta-que-no, estuviste tú.

. . .

frente a tanto frente a nada, hoy puedo sacudir los brazos y volver a bailar solamente y solamente porque junto a mí, estoy yo.


gracias por la vida que diste asumiendo como propio ese lugar.



hoy, es mío.