sin
ella –mi muerte– yo no habría escrito.
no
habría roto el velo de mi garganta.
no
habría lanzado el grito
que
desgarra los oídos, que raja los muros.
hélèn cixous
esta frase
herida por las condiciones y ‘sujetos’ que llama a sí, es una de tantas entre
las que ronda hélèn cixous es su libro la
llegada a la escritura. la radicalidad que implica la frase –el hecho–
asemeja, sin duda, muchas realidades presentes ahora que esa, ‘la’ enfermedad acontece
casi por entero invisible; ese velo sobre la garganta que hace y deshace a
placer desheredando desde dentro sus propias células.
mi reencuentro
hoy con esta cita viene en un momento especialmente ‘oportuno’ ––casi
destinado– afirmaría no sin cierto tremor; sucede así en extensión
consecuentemente obligada –aunque probablemente también casi invisible a ojos
terceros– el enlace que llama sobre la obra recientemente expuesta de pablo
vargas lugo (pvl en lo subsecuente) en la galería labor (mx) dirigida por pamela
echeverría.
a pesar de lo
que ‘debiera’ ser y hacer una reseña crítica integral, formal o convencional,
me daré el lujo de hablar solamente de la mitad de la mitad de la muestra (siendo
el ’todo’ de la muestra un sutil e inteligente diálogo entre obras recientes de
irene kopelman (ik) y pvl). lo haré porque encuentro en las piezas caligráficas
en papel sobre papel sobre papel de pvl, un destino tan buscado como aún
apremiante al transcurrir de mi propio presente.
¿y no es tal
el arte que llama? desde adorno –ese
que se funde a sí mismo; aquel que se deshace para existir. derrida hablaría
quizá, como yo ahora, de una obra que rasga
el velo de nuestra garganta. esas muy contadas obras que llaman y te
nombran, obligan a dar cuenta del instante cuando sucede, realmente, ese
encuentro con una obra sustancial.
hace varios
meses desiertos en los que no veía ya en méxico la silenciosa y sutil potencia
que traza y rasga una serie de extrañas caligrafías recortadas delgadísimas
sobre la misma fragilidad que les hace existir. entiendo ahora que es esto lo
que pvl replica a su vez en uno de sus cuerpos de investigación, insistentes,
que viene conformando hace varios años: el mundo (y el) imaginario de las
mariposas. sus trabajos anteriores sobre el tema son bien conocidos y por
supuesto, reconocidos dentro y fuera de su contexto local, así que también me
daré el lujo de no me detenerme en ellos.
lo que busco y
encontré en su obra está en la escritura. siempre la escritura.
ese llegar a la escritura con el que titula cixous
ese poco leído librito, es lo que encuentro llegando
al cuerpo (y al cuerpo de obra) que hace unos días tuve de frente –sin más
mediaciones que un palmo de aire y un afortunado silencio-previo al barullo
inaugural. [la expo en-par de ik y pvl se inauguró –con agradecido
recibimiento, he de añadir– el pasado sábado 6 de octubre en el espacio íntegro
que ocupa labor.]
resulta que
después de años de exhaustiva investigación, pvl decide ‘inventar’ su propia
nomenclatura sobre el parecido nombrar científico; (inventar(se) el nombre
entre decisiones siempre un tanto arbitrarias, y en homenaje personal al
‘descubridor’ (como ha señalado el artista en un reciente intercambio
escritural con quien firma).
de tal suerte
que, aquejando el mismo arbitrio, pvl conjura al espacio interior de su más
reciente muestra en galería [siendo que una gran parte de la expo acontece al
exterior, sobre los árboles, entre banderas que son recorridos nervados en
busca de patrones y colores similares a una personal selección de especies];
cinco nombres de mariposas que ‘pudieran existir’ –y por qué no, quizá algún
día, sean. nombres que (al menos por ahora) son trazos complejos, destinados
casi a su propia y frágil ilegibilidad entre infinitos puntos de
quiebre-por-venir como (pre)vienen las alas de las mariposas –especialmente
cuando muertas, desoladas de ese canto de irrigación vital sin el que se hacen como si de papel, delgadísimo también,
exquisito en la fatal inminencia de su perfección.
lo cierto es
que resulta innegable, desde el momento en el que pvl descubre a la mirada
pública esta serie de mariposas que –hasta entonces inexistentes sino al
llamado– empiezan ya a existir en el instante en que se han dicho sus nombres.
nombres por-venir que llegan calando
sus cuerpos sin bordes, sobrescribiéndolos en blanco algodón prensado uno sobre
otro. se ha escrito en ellas la individualidad de especies que aún restan por llegar.
sobre ellas,
el artista ha sumado ya, incluso, el tiempo de su existencia. cada vírgula-en-letra
abecedaria, recortada con mano de pulso preciso, está sumando sobre el andar de
su propio desgarro una temporalidad contenida; sostenida desde entonces en cada
una de las palabras hundidas y sobrepuestas de continuidad.
pues hay que
decir que los nombres se siguen sobre un mismo trazo que es un mismo corte que
es una misma mano que hace una misma vida. es tal que los nombres de esas
mariposas que ahora conocemos por nombre(y no por vista), están inscritos como
se escribía en tiempos de la colonia –cuando el escribano recorría las palabras
con el mismo empuje que le permitiera el tiempo de cada infusión de tinta sobre
la punta escribiente. como si fuera
el aliento vital el que dura y dicta la continuidad de lo decible en la
temporalidad hablada que soporta el cuerpo antes de volver a tomar aire para
seguir diciendo su propia duración.
y en estos
impulsos es donde cabe la posibilidad de creer que hay –fuera de lo conocido; a
distancia de lo asignado; esperando en duda sobre lo irrevocable– una
posibilidad otra, acaso (a)parecida,
para seguir existiendo entre los
trazos de nuevas palabras que nombran vidas-todavía-sin-llegada. todavía. una posibilidad para decir lo
que aún no está vencido por exceso de consignas, de historia, de políticas
biológicas para el correcto ‘saber existir’. esas configuraciones sociales que
nombran sin-ver lo que igualmente sin-ver les mata, nos mata, siguiendo el
tiempo que dura nuestro mismo, continuado y solo trazo de existencia.
la
nomenclatura inventada de pvl –thysania
perfusa, heteroscripta cthonica, mimica exhilarans, sacrifica petrobras, danaus xylophanes, hanadryas defoliata, lepidokirbiya binaria (y mi favorita) eumorpha melvillea– se
apropia pues de una metodología lingüística y su peso correlativo, tan sólo
para deshilvanar su aparente certeza científica entre trazos de ilegibilidad.
pues resulta tan importante el nombre como su invisibilidad; al proceso sumamente complejo que da lugar al descifrar los nombres que los delicadísimos recortes en papel des-dicen uno sobre otro, empalmados dos y tres veces sobre la hoja de ‘fondo’ que recibe tanto como absorbe la escritura en cada giro de sus múltiples y acompasados trazos. [composiciones en equilibrios caligráficos que podrían incluso parecer a primera vista, residuos confesados de alabanza, propios de esa contenida sensualidad árabe; situando su (a)parecer casi accidental; un poco más cerca de la obra intemperie de pvl tendida en la sala principal del museo experimental el eco a inicios del 2012. donde una alfombra –cuya tipología remitía de inmediato al imaginario figurativo del medio oriente– se fue deshaciendo desde dentro-por-fuera en el mismo polvo que la constitu(ía)yó.]
pues resulta tan importante el nombre como su invisibilidad; al proceso sumamente complejo que da lugar al descifrar los nombres que los delicadísimos recortes en papel des-dicen uno sobre otro, empalmados dos y tres veces sobre la hoja de ‘fondo’ que recibe tanto como absorbe la escritura en cada giro de sus múltiples y acompasados trazos. [composiciones en equilibrios caligráficos que podrían incluso parecer a primera vista, residuos confesados de alabanza, propios de esa contenida sensualidad árabe; situando su (a)parecer casi accidental; un poco más cerca de la obra intemperie de pvl tendida en la sala principal del museo experimental el eco a inicios del 2012. donde una alfombra –cuya tipología remitía de inmediato al imaginario figurativo del medio oriente– se fue deshaciendo desde dentro-por-fuera en el mismo polvo que la constitu(ía)yó.]
sucede pues
que pvl da nombre a nuevas especies con
finísimas líneas de papel que enlazan nombres, uno a uno, hasta conformar la
casi-imposible continuidad de sus llamados. pero, a pesar de los silencios que
de suyo comportan los espacios que circulan las letras, es preciso no quedar
enredado entre la belleza de sus trazos recortados en blanco sobre blanco. entonces
es que debemos preguntar(les) ¿qué implicaciones tiene realmente este acontecer
caligráfico-existencial-imaginario más allá de la avasallante belleza y
pulcritud estética/técnica con que se sostienen por destinos en desplazamiento sus
blancas letras? habrá que pensar y llamar sin demora a jacques derrida –quien,
se sabe bien, escribió plena y profundamente sobre el dar y el (de)portar del
nombre.
portar un nombre,
encontrarse destinado por un nombre que (nos) ha sido dado, es un gesto fundacional del que rara vez asumimos conciencia;
el nombrar originario, el acto de dar
nombre, pocas veces es pensado en sí mismo como acontecer con toda su
potencia vital y mortal. ese nombre original, nunca antes pronunciado es(será)
el que portan(porten) las mariposas ‘inexistidas’ de pvl (como tantas otras
especies de ‘comprobada existencia’) es el rostro inscrito de lenguaje en ellas
y desde ellas hacia el mundo –a pesar de ellas– hasta la muerte.
mariposas inexistidas les nombro por lo que he
venido describiendo, esperanzada, en el llegar
de mi escritura más allá o más acá del velo que ha sido también ya
rasgado por un cuerpo invisible a la mirada, dotado por-urgida-referencia de un
nombre, a su modo, igualmente inexistido.
son mariposas inexistidas las de pvl porque en el
escribir del nombre, cada una de ellas ha ya existido en el llamado que signa,
delicado, su no-existir; de tal forma que desde ahora su historia-no-narrada –si
todavía-narrable, habrá de luchar
contra su des-existencia.
sucede lo
mismo con nuestros propios nombres; empezando a ser con ellos, en ellos, desde ellos a lo largo de toda una vida;
y siendo el último reducto de identidad con el que puede y podrá llamarse a recordar
ese cuerpo que habrá de-venir, dejar de venir; en polvo, tal como se disuelven de aire las alas secas
de una mariposa; incluso entre aquellas nombradas para existir después de la
existencia del nombre y del don.
imágenes: cortesía del artista y de labor. (se han omitido las fichas de obra por decisión escritural)
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