...‘hablar con’ como el diálogo y el conato de
un ser-expuesto
que no expone ningún secreto, sino su exposición misma.
Jean-Luc
Nancy
Hace algunas semanas se anunció en prensa
que la próxima edición del Simposio Internacional de Teoría de Arte
Contemporáneo (SITAC) que, a estas fechas debiera ya haber sucedido como suele
ser su tradición acompasando el arranque de año en la ciudad de México, se
recorrería hasta el mes de septiembre. Sin embargo y promisoriamente, SITAC XI inició
ya de otra manera.
La noche del pasado jueves en el anexo del
Museo Experimental El Eco, Paola Santoscoy, directora del espacio, presentó a
Marcio Harum, curador brasileño con quien co-dirigirá la onceava entrega del SITAC
(septiembre 5-7, 2013).
En un muy acertado anticipo de lo que se
podrá esperar del SITAC XI, la apuesta por presentar en anticipo a Marcio Harum
al contexto local, resultó en el desentumecimiento de añejas expectativas, que,
independientemente del tema anual por tratar en este único foro de envergadura
avocado a la reflexión teórica sobre arte y pensamiento estético contemporáneo
en el país, puso en la mesa la posibilidad y la necesidad de repensar condicionamientos dados sobre el formato
mismo del proyecto dialógico que ha conformado la trayectoria del SITAC.
Esa noche, con sala llena y el vaticinio de
festejar la inusualmente cálida noche de febrero con el inicio del carnaval y
el año de la serpiente terminada su presentación, el recién llegado curador
paulense hablaba de algunos de sus proyectos recientes. Sucedió así que, casi
providencialmente, entre las experiencias que eligió para compartir, una de
ellas cimbró de manera sustancial y, esperemos irreversible, el cuerpo y
pensamiento de los presentes en la charla. Harum platicó su ser-parte de un foro de diálogo convocado en 2007 dentro
del marco de la Primera Bienal del Fin del Mundo en Ushuaia cuyo ‘anclaje’
físico y conceptual aun alberga la potencia necesaria y ciertamente urgente que
ha de animar la interrogaciones en torno a las condiciones y sintomatologías a
las que debiera responder el proceso de configuración de la próxima edición del
simposio.
Aquel foro que hace dos noches como hace seis
años desentumeció buena parte de los ánimos y expectativas de los presentes, se
llevó a cabo en el Canal de Beagle dentro de una embarcación que albergó a 60
personas durante el transcurso de medio día conforme surcaba las aguas que
‘unen’ y separan simbólica y geográficamente varios países, siendo la región de
encuentro de las aguas del océano Atlántico y el Pacífico; frontera líquida entre
Argentina y Chile, también marcada y habitada por un resto colonialista europeo.
La brillante iniciativa llamada “The Paradigm Confines Tour” formó parte de la
6ta edición del proyecto Magazine In Situ,
un proyecto de la artista Alicia Herrero, como una apuesta de acontecer experimental
en exploración de los rasgos comunes del cuerpo-en-riesgo como acontecer
descentrado y desafianzado de las posibilidades, estrategias y sentidos convencionales
del proceso de generación de la discursividad teórica que ronda, fecunda y
deriva del quehacer artístico.
A medio camino del
trayecto personal que Harum compartió con nosotros esa noche, mostró un
fragmento de la grabación en video que documentó aquella singular-plural
travesía, inscribiendo en el horizonte de pensamiento al que se nos había
convocado, el germen de una posibilidad real de hacer algo diferente, capaz de desarticular las instancias
estructurales simbólicas, que conlleva ese tan extendido, poco cuestionado y
casi hegemónico formato con pretensiones de asequibilidad en el transmitir y
discutir saberes sobre el que se avalan los foros, coloquios y encuentros
académicos. Fueron suficientes esos escasos minutos de filmación y la
descripción de las intenciones de aquel foro oceánico transfronterizo para
despertar en varios de los presentes la urgencia y la esperanza de ser parte activa
de ese ‘proceso simpósico’ (si se me permite la deriva) anunciado bajo el
sugerente título “estar-los-unos-con-los-otros”, como habrá de llamarse el
próximo encuentro SITAC.
Esta frase, o
debiéramos decir, esa convocatoria
que encinta tanto como desanuda el adoptado título, comporta la herencia latente
de compromiso desarrollada por Jean-Luc Nancy en varios de sus estudios
seminales, especialmente en el conjunto de ensayos Ser singular plural.
Resulta pues que la
decisión tomada por Santoscoy y Harum en la adopción literal de esa ‘estancia
de hospitalidad’ a la que llama Nancy con esta frase – estar-los-unos-con-los-otros–, da cuenta de una postura ávida y en
disposición a las exigencias radicales a las que da cuerpo. Exigencias
enunciadas por Nancy con avasallante pertinencia en las que ese dar del cuerpo,
darse en cuerpo, sucede como lo propusiera el dar como acontecer imposible
derridiano; un dar de sí que no hace acontecimiento si no se arriesga el cuerpo propio en el perenne
reconocimiento de compromiso tendido hacia la existencia del otro, con el otro,
para el otro; comprendiendo en el llamado del ser, de facto y en teoría, imposible
e impensable sin el otro.
Sin obviar la
relación, Harum nos entregaba lo que sucedía ya como el germen reflexivo sobre
la intención teórica/conceptual de la edición que co-dirigirá con Santoscoy. El
sólo hecho de pensar la dislocación física y emocional (además de geográfica,
política, social, etc) que supone intentar la usual entrega de participaciones
en un simposio dentro de una pequeña embarcación a la deriva y destino de un
agitado oleaje sitúa en un orden de prioridad muy claro el desborde de
posibilidades que traería consigo un acontecer de similar intensidad dislocando
la estructura convencional del simposio hacia el que nos dirigimos.
Pensar en el
arriesgar de la plataforma académica de enfrentamiento entre podio y público;
poniendo en juego la solidez de este tan perpetuado andamiaje; reposicionando
los cuerpos que hablan y los que escuchan en compartimento y compartición de
una misma cualidad a la deriva y
en-comunidad inasegurables las condiciones ‘óptimas’ de un trayecto en
salvaguarda; como incognoscible en certeza la llegada a puerto seguro; en ese
barco que hace muchas mañanas surcaron un grupo de ponentes y escuchas se dio
lugar y tiempo a ese espaciamiento de la existencia conjunta que hace posible
el estar-con del que escribiera
Nancy. Y está en el replicar la urgencia de aquella experiencia lo que se hizo
evidente la noche que empezó el SITAC XI en El Eco.
Sabiendo pues que
hace falta poner en riesgo nuestras certezas desde la posición misma del cuerpo
que emite el decir de nuestra palabra cuando, y plenamente conciente de su
compromiso y existencia por entregar para el recibir del otro, es preciso
comprender que si hemos de convocar una reflexión sobre las formas de hacer,
construir, comportar, compartir y destinar comunidad, no parece justificable
hacerlo sobre piso firme detrás de un podio. De hacerlo, de arriesgarse, el tiempo al que se da lugar se extiende al arriesgarnos –expandido, lanzado, expulsado el
centro y la atención fuera del uno. Es así que se hace acontecer el encuentro
con el otro, en la palabra, en la obra, en el decir y reflexionar en simultaneidad. Pues “el sentido no
consiste en una transmisión de un emisor a un receptor, sino en la
simultaneidad de ambos […] El
sentido consiste en que lo que yo digo no sea simplemente ‘dicho’, sino que
para ser dicho, en verdad, me vuelva repetido. Pero al volverme así –desde el otro–
ello también se vuelve otro origen de sentido. El sentido es el paso y la
participación de origen en origen, singular plural. El sentido es la exhibición
del fondo sin fondo, que no es un abismo, sino simplemente el con de las cosas que son, en tanto que
son.” (JLN, Ser singular plural, 2006
(1996)).
Seamos capaces de buscar pues ese ‘fondo sin
fondo’ de la experiencia compartida en acto, sabiendo que en el recorrer que
supongan sus caminos, será de nuevo y por primera vez siempre originario,
urgente y pleno de sentido si destinado habita el desear de dos que hacen
infinito. No esperemos más el tiempo para aprender a estar-los-unos-con-los-otros;
espaciemos su acontecer hoy, ahora, desde esa noche y hasta que seamos de nuevo
convocados a tocarnos en busca de una
reflexión ya sin turnos, sin bocetos ni plataformas si no han de ser
constituidas en simultaneidad entre
cuerpos despiertos, confesados de necesidad y de-velados en disposición ante el
ser del otro que no es sin mí, como insensato e insensible reduce el
pensamiento que concibe al yo sin él.
Sea desde ‘ahí’ desde donde estén ya
gestando en el entre-dos los próximos
directores del SITAC, para inventarnos juntos un otro trayecto compartido en el riesgo que funda, por origen
irreductible, todo intento de hospitalidad. Afirmemos pues, en plenitud y dispuesto
el cuerpo en abierta deriva, el ejercicio de co-incidencia para que este
próximo encuentro de teoría de arte contemporáneo suceda efectivamente en el
incidir simultáneo, arrebatador y sutil que anima el recibir, cuidar y hospedar
de unos-con-otros, de unos-en-otros.
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