24 de febrero de 2010

cuba de vuelta

hace más números de los que me acuerdo escribí aquí algunas historias de cuba. no eran grandes historias, apenas chiquitas, sin embargo algunas llegaban profundo, como los pozos.

hace apenas dos días regresamos de cuba. llegué ahí a saludar a la ceiba esa, la del deseo que no supe. cuando tampoco sabía que existían los mercados en cuba entre edificios en derrumbe lento, como el que encontramos en la calle de sol.

pedí ese deseo cuando tampoco sabía que la próxima vez que llegara a la isla me encontraría en la plaza vieja una tienda paul&shark. vergonzoso tanto lujo entre aparadores de cedro pulido y barnizado. cuando junto, ese edificio de vivienda multifamiliar -que por razones que ignoro, no ha logrado desalojar el historiador de la ciudad y sus capitales españoles e italianos- ese, se nos sigue viniendo encima.

cuando esa otra vez escribí de la habana, me acuerdo que contaba de murciélagos llenando de guano el techo de un teatro. también decía algo de la exposición de vanguardia cubana que entonces se exhibía en las salas del mam aquí en la ciudad. ahora escribiría de otra cosa. como del camión bala usado el 16 de julio del 2003 para salir de cuba hacia la florida por un grupo de 12 cubanos. maravilla del ingenio, la tenacidad del escape y la tecnología de salvamento. que luego, claro, fue hundido por la guardia costera de estados unidos “para evitar que otros siguieran el ejemplo”.

cuando quizá lo único que necesitamos sean ejemplos como esos.

cinco o seis meses después, o poco más, otro coche-barco, salió y llegó y de nuevo fue hundido por la guardia costera. supongo que para seguir desanimando.

eso de la isla para afuera.

de la isla para adentro, las viejas cañerías de hierro están explotando. las calles del centro histórico (lo único en rescate de entre todo lo que se está cayendo a pedazos en la ciudad) están todas escarbadas, cambiando por plásticos los sistemas de drenaje de la ciudad. esto para avanzar por debajo de las lozas y las miradas, el agua limpia y sucia que va y viene bajo el reticulado. por arriba mientras tanto, ya venden coca-cola. pero siguen corriendo a los cubanos de los hoteles y los restaurantes de turistas.

las artesanías siguen siendo las mismas, salvo que ahora encontramos muchas cosas tejidas, vestidos, blusas, faldas, bolsas, hasta zapatillas. como en ese cuento mágico de reinaldo arenas. (quien evidentemente sigue proscrito de toda librería y biblioteca) ese relato donde una pareja, buscando miradas, se lanza en empresa trágica por heroica a recorrer la isla caribeña, portando los atuendos más estrafalarios que el creciente comunismo dejaba aún escapar, persiguiendo hilos y listones multicolores en el mercado negro, para con ellos, tejer atuendos leídos e imaginados en las pocas revistas que en la isla quedaban de las glorias hollywoodenses de fines de los años cincuenta y sesenta.

sin embrago, todos los vestidos y blusas y faldas y zapatillas tejidos que ahora vi eran en hilo crudo, todas en el mismo tono. apenas llamando la atención las distintas combinaciones de bordados y puntos. que a pesar de lo neutro, la gente me parece que ya habla más de política en la isla. creen que en no más de cinco años se muere fidel. que ¿qué va a pasar después? la constitución dice que debe subir al poder su hermano raúl. esto, para mantener en pie todo eso que dice en los muros, especialmente en la carretera que va de la habana a matanzas, plagada de consignas revolucionarias y adaptaciones. muchas reinventadas de josé martí. algunas: no hay fuerza capaz de aplastar nuestra resistencia. de nuestro lado está la justicia. una asociación de patria o muerte. tenemos que desarrollar un partido de acero. cuba podrá probar que este mundo pudo salvarse. quien quiera pueblo ha de habitar a los hombres a crear. unidos luchamos, unidos vencemos. jamás podrán tomar este país.

entre otras. en la isla de ají.


marcela quiroz luna / la habana

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