24 de febrero de 2010

o.c.

el sábado pasado fuimos de excursión a un poblado cercano a los ángeles, pasando san clemente, como en la canción de los tigres. se llama orange, una de las fundaciones más antiguas (1888) en california dentro del condado del mismo nombre: orange county. famoso entre arquitectos por ser una especie de mini-ciudad o suburbio perfecto, tipo maqueta, donde parece que se regula hasta cuando, por dónde y con cuantos perros van a pasear los vecinos muy temprano por la mañana y justo después de cenar. el orden y las buenas maneras como fundamentos éticos de aquello que se quiere simplemente pasar de soslayo con la conciencia tranquila como lo ‘políticamente correcto’. todas las casas en orange –no muy grandes ni ostentosas, pero sí impecablemente arregladas– muestran al frente, como en concurso, sus ‘inventivos’ diseños de jardines en perfecto cuidado y mantenimiento. las calles, anchas, trazadas a precisión, con curvas perfectas para las banquetas, como amables subidas y bajadas para minusvalidos, patines y bicicletas, se ofrecen al paseante sin una sola pelusa de basura. concreto que no se mancha.

los parques, también perfectamente podados, son recreo equilibrado en sol y sombra para el uso y deleite de los vecinos más cercanos. nunca hay que caminar de más para encontrar un parque. no habría que dar razón. así que se adivinen desde los cruces de calles, varios parques pequeños salpicados a los cuatro costados de la ciudad –con toda seguridad, siguiendo a rigor el porcentaje óptimo de áreas verdes x habitante en metros cuadrados. las albercas públicas, también una por cada tantas manzanas, están limpísimas, y dejan asomar su promesa en días más cálidos de lo conveniente, entre rejas, tampoco muy altas. la vialidad es perfecta. sería extraño encontrar más de tres autos esperando un cambio de luz al semáforo o al intercambio de turnos en las esquinas. tampoco tendría sentido, según las normas básicas de urbanidad, generar embotellamientos.

así que la vida pase, en orange county, como ‘debe de pasar’. pues llega a ser tal la 'hospitalidad' del condado que las autoridades competentes han hecho colocar en los árboles que lo ameritan, letreros impresos en computadora en hoja carta blanca (por cierto adivina uno que estos letreros los colocan a diario o al menos los cambian cada vez que se arruga alguno con el aire o por el sol) en los que se advierte al transeunte –muy cortesmente– sobre aquellos árboles que, por la época, están goteando cera de sus cortezas. no vaya a ser que te caiga en el coche y manche la pintura –si es que has decidido estacionarte ahí. sería absurdo también, dar pie a una demanda legal por detalles ‘controlables’ como éste, entre los habitantes y el gobierno local.

nada se mueve en orange. ni uno siquiera. porque aunque vengas de fuera y a todas luces te reconozcan los naturales como declaradamente ajeno al escenario ‘normal’, la realidad es que los visitantes pasan desapercibidos. es sencillo, resultaría imposible llamar la atención demasiado en un lugar sin lugar para las sorpresas. y ahí empieza el dogville de van sant, lo ajeno se obvia hasta que desaparece, y si no desaparece, con toda seguridad se hará lo necesario. ésa es la hospitalidad gringa, la más inmóvil. porque mientras las cosas no cambien, o al menos, se mantengan en apariencia, todo estará bien. nadie te ve ‘de más’ en orange, no hay por qué, seguramente te vas a ir pronto si no eres de ahí. y todos saben quién es ‘de ahí’ y quién no. así que, como dije, no hay lugar a las sorpresas. por eso todo se mantiene inmóvil, porque lo que no pertenece a ese ordenado existir, pronto desaparecerá, sólo es cosa de agarrar la 905 sur. podemos acaso concluir que 'el otro lado’ te deja ser tan móvil como puedas, siempre y cuando no abuses de su ‘anclada’ hospitalidad, de sus zonas de pertenencia. para eso se te ofrece el suburbio. hasta en orange, donde, apenas cruzando un puente, pasando por debajo del freeway, casi todo se vuelve al español en letreros, tiendas y palabra de cambio. puro inmigrante. pero, una vez más, hasta en ello hay un orden, el viejo centro de orange y las cuadras concomitantes, son todas norteamericanas, al más puro estilo. al estilo truman show. y ahí nadie se mezcla, sólo se ofrecen a la venta sus antigüedades. porque hay que decir que en orange lo que más se ve en el centro es la tienda de muebles antiguos y ropa vintage, como para seguir reciclandose ellos sobre ellos mismos. viejos y nuevos habitantes se compran y se venden ad infinitum sobre las primeras seis décadas del siglo pasado. así se asegura que orange siga, lo más parecida a sí misma, siempre. en un siempre que ya casi no tiene tiempo entre tanta insistencia por querer permanecer. inmóvil, en la medida de lo posible.

y para alguien que viene de tijuana un pueblo así no puede servir más que de ignición para saber que vale más moverse en defensa propia y por decisión consciente, hasta de la baba de los árboles, si fuera necesario. pues resulta que, muy al contrario del condado de las naranjas, en tijuana cualquier cambio parece que indica progreso. moverse, en general, es visto como algo positivo. tijuana no es un lugar para estancarse. al menos, eso parece, porque parece que ‘nadie es de aquí’ y hasta los oriundos están de paso. a tijuana llegas o de tijuana te vas. y eso lo sabe todo mundo, por eso, curiosamente, como en orange, tampoco nadie te ve mucho ni cuando vienes ni cuando vas, porque se sabe o se intuye, que muy probablemente no vas a volver. pero a diferencia de orange, la hospitalidad aquí no es esa, inmóvil, la de la cara en rictus de sonrisa especular; aquí resulta que la hospitalidad es tan móvil como la ciudad y los instantes se aprovechan como sea, pues muy probablemente nunca se vuelva a ver así lo que se tiene enfrente una vez. ni la gente, ni las construcciones. amigable, indiferente u hostil, en tijuana se interactua siempre, por si acaso; algun beneficio debe de salir, y si no, tampoco había mucho que perder. los intercambios son rápidos. porque aquí nada se mantiene más allá del tiempo estrictamente necesario. en tijuana, de lo que no cambia se sospecha. y es que tan sólo con la noche o la lluvia o la neblina la ciudad se transforma. por eso que la gente aquí le saca a los visitantes ‘de tiempo’ o ‘de paso’ –y a la misma ciudad y su infraestructura– lo más que se puede. por eso que tijuana se mueva tanto, porque aquí todo se trata de aprovechar y el tiempo siempre apremia; finalmente de eso se tratan las ‘oportunidades’ que te pueden llevar a conseguirte algo más permanente, algo más inmóvil, aunque sea en los suburbios de un condado naranja del que nunca serás parte, pero donde puede que consigas una casita a las afueras que se parezca, en la medida de tus posibilidades, a las casitas de adentro, ahí nomás cruzando el freeway, donde las cosas no cambian, donde finalmente parece que la vida es ‘como debe de ser’.

por cierto, curioso pero no vimos ni un árbol de naranjas mientras estuvimos ahí... ¿será que la fruta distintiva del lugar también es de utileria?


marcela quiroz luna / df-tijuana / 1974

unos más, otros menos

la revista de arte contemporáneo parachute, fundada en 1974 ha anunciado recientemente su salida del mercado, su desaparición del flujo de discursos; su cancelación por falta de apoyo económico.

chantal pontbriand, director de parachute, crítico y curador franco-canadiense, expone la cada vez menor intención gubernamental de apoyar eéste y otros proyectos con intenciones críticas y teóricas sobre el devenir del arte contemproáneo en canadá, como la principal causa del sentido quiebre de la publicación. (en este punto, más de alguno empieza a paralelar la nueva y aterradora decisión calderonista de reducir —aun más— el presupuesto para la cultura en méxico, con la escena canadiense/primer mundo.)

vc cumple 7 años.

y mientras fox y sahagún se intentan pasear por el mundo dando estúpidas conferencias —en pareja— intentando cobrar hasta 500 dlls por entrada (justamente hoy se anuncia que debido al poquísimo quorum de su primer evento, han decidido bajar sus entradas a 95 dlls; cuando lo que debieran intentar sería retirarse —para siempre— de cualquier medio, escenario, pantalla o impreso)… mientras, mientras, vc cumple 7 años.

yo soy lectora de vc desde hace 7 años. fui lectora de parachute y escuché un sin fin de aberraciones en boca de nuestro exgobernante y su trepadora acompañante los pasados 6 años. ¿la moraleja?

no se necesita de un gran presupuesto, ni de grandes líderes, incluso, ni de grandes ideas, para seguir. eso es, a mi juicio, lo que ha hecho, nos ha hecho, lectores de este rectángulo doblado en 4. un proyecto sin mayores pretensiones que las de ser algo entre tanta nada. conjugación de necesidades, saberes, ignorancias, complejos, deseos, frustraciones, intenciones, sugerencias, quejas y desasosiegos. finalmente, eso, un proyecto en manos de alguien constante.

sea lo más difícil para una publicación hoy, la conformación de un lenguaje, no de un estilo, lejos de una moda; apenas un intento por decir en un mismo tono cosas muy diversas. hacerse de una identidad. ése ha sido el otro gran acierto —buscado o encontrado— de este espacio en letras. empecemos por agradecerle a sus fundadores, a los primeros colaboradores y columnistas—entre los que tengo el gusto de contarme; pero, especialmente a quienes han seguido en afanoso intento, apasionado del diseño complejo y siempre seductor, las opiniones entresacadas que a poco los han vuelto a varios, nuevos colaboradores. seguir lo punteado, subirse a un barco que se ve de lejos y nunca bien se conoce; apostarle a uno mismo en un proyecto ajeno y propio.

pues aunque eduardo dude, se avergüence y vuelva a dudar sobre la intormisión ‘pública’ de vc en los muchos foros de discusión sobre publicaciones de arte contemporáneo a los que ha dado pie su insistencia en la escena; lo cierto es que hace falta estar de un lado y del otro para escoger. vc ha seguido escogiendo ser lo que es. sabiendo sus límites, desconociendo su fortaleza, gravitando siempre en torno a sus debilidades; lo cierto es que estos ocho palmos tienen un público que de una u otra forma los agradece, y como favor con favor se paga, estoy segura de que seguiremos escribiendo hasta que el espiral se angoste y acabemos, acaso, —tan seguros— leyendo sólo nuestras propias palabras.


marcela quiroz luna / df / 1974

pájaros en la cabeza


monica dower (south hampton, inglaterra, 1966)
pájaros en la cabeza (2002) 3’22”



empieza como todas las historias que se hace una en la cabeza, un poco lento, no demasiado —nunca es demasiado lento. a veces, como ocurre, incluso parece precipitado el arranque de la cabeza de uno a otro lado mientras empiezan los aleteos sonoros, húmedos.

el video pájaros en la cabeza de monica dower no semeja un impasse hipnótico, a pesar de lo que se lee sobre la pieza. nada más lejos de la hipnosis; acaso más cerca de la histeria que empieza un poco lento, no demasiado —nunca son demasiado lentas las historias que se hace una en la cabeza. hasta que el rostro se mueve sobre su propia desaparición y la cabeza dice ‘no’ alimentada por el ruido armónico, aun al borde de la inquietud que sospecha de su propia sanidad, producido por las puntas del pelo mojado que choca contra una cortina plástica de círculos amarillos.

el cuerpo enfatiza su potencia desde la profundidad inerte que habita los párpados de la artista, desplazándose hacia la inercia autogenerada del medio giro, nunca más. moverse así es querer quebrarse el cuello en un descuido. sin embargo, las cervicales lo sostienen todo, hasta las historias que se hace una en la cabeza. por eso que no pueda dar la vuelta completa y se mantenga negando un rato más, hasta cansarse y parar. para unos segundos pero ya recontinúa el recuerdo inmediato del medio giro. es el sonido, es el grito. son los pájaros en la cabeza. no es ya el cuerpo lo que alimenta el movimiento la segunda, la quinta, la décima vez; es el sonido. si dejara de escucharse, el aleteo, la mujer caería muerta sobre la loseta. sería una muerte de puntas mojadas.

hay que decirlo; el tiempo se tuvo o se tiene. la cabeza lo sabe, por eso las historias. ésas, a pesar del cese al vuelo, se mantienen dentro, como aislantes de memoria dando su ruido sordo a quien quiera escuchar sus accidentes.

los pájaros de dower extienden el mundo líquido del que habla marguerite duras sobre los espacios de sus historias al invocar el revuelo que se agita en los bordes de la locura. como lol v. stein, monica, de pie, aparentemente estática del cuello hacia abajo, en el ruido que altera el paso de esos tres minutos, ‘sigue lo que se mueve, lo que parte’. entropía auditiva como medición termodinámica descorporeizada de la energía inutilizable de su sistema; cuando el cuerpo se detiene ante la imposibilidad de levantar, efectivamente, el vuelo y vuelve a mirar de frente con los ojos bien cerrados.


marcela quiroz luna / tijuana / 1974

cuban-born, american citizen

“las impurezas, el sol y los desvelos provocados por las fiestas generan líneas de expresión indeseables. si quieres algo para preparar en casa te recomendamos aloe vera, una planta tropical famosa porque ayuda a prevenir las arrugas prematuras.” recomiendan a una joven lectora las expertas de belleza y cuidado de la piel de una reconocida revista de moda.

la frase me deja perpleja —no por desconocer las propiedades del aloe vera, auxiliar también en tratamientos de quemaduras leves por bronceados intensos; sino por la contundencia de la afirmación que antecede al consejo casero. ¿cómo atreverse a asegurar sin miramientos que las líneas de expresión son por completo indeseables y que hay que prevenirlas o tratarlas hasta su desaparición? ¿es preciso, o tan sólo deseable, por no decir psicológicamente sano, borrar del rostro las líneas de expresión?

es fácil concluir para muchas lectoras la respuesta globalizada y comerciante: sí. yo sigo preguntándome por qué.

¿qué hay de la historia de nuestras expresiones que urge borrar? si resulta que ni siquiera cuando dormimos la piel se relaja, ni deja de repetir movimientos faciales y gestos recordados del día que intentamos descansar, ¿no nos dice algo esta insistencia de actividad perenne en nuestros músculos faciales? si el rostro, como el resto del cuerpo necesita de esas líneas de expresión generadas sobre la epidermis —y con el tiempo en profundidad sobre la dermis— para descargar las tensiones, preocupaciones, recuerdos, remordimientos, rescates y estrategias que con los años vamos sumando al equipaje personal, ¿es realmente necesario “detener el paso del tiempo” sobre el territorio identitario que conforma el rostro como unicidad acumulable por infinidad de huellas superpuestas?

sí, para muchos, definitivamente para todos en el medio publi-cosmetológico, porque la idea es no tener rastros. ofrecer al mundo un rostro sin historia. borrar las particularidades, las unicidades que en arrugas y líneas destinan lo andado como prueba, para estructurar en cambio una superficie lisa en la que los impulsos de liberación de los neurotransmisores (impulsos eléctricos) generados por los gestos, estén siempre contenidos, limitados, regulados y en control para eliminar y prevenir.

es así, en este mismo intento como uno entiende que la apuesta norteamericana para la bienal de venecia este verano sea el difunto félix gonzález-torres, cubano de nacimiento, nacionalizado americano. pues esa es la primera línea de presentación de la propuesta que justifica la decisión de presentar a gonzález-torres por parte de nancy spector, curadora del guggenheim de ny, en el pabellón de eu. “cuban-born, american citizen.” como si al primer impacto de tener que reconocer el origen de la bandera artística elegida para una de las principales bienales de arte en el mundo, funcionara la distancia entre una ‘coma’ y la siguiente aclaración, de la misma manera en que a uno le diagnostican el tratamiento cosmetológico imperioso ante la casi-trágica realidad, pero aun salvable con el debido recubrimiento. el mensaje es claro: eu es incluyente, aunque las redadas no paren y la reforma migratoria funcione ya en el imaginario como una especie de utopía de origen inaccesible. por eso será que hayan dado por fin el gran ‘reconocimiento’ a una de las mayorías inmigrantes del país en la figura de félix gonzález-torres (1957-1996); quien, desafortunadamente, ya no está vivo para recibir el homenaje.

pacificación póstuma. pues el ‘deceased cuban-born, american citizen’ es ya tan inofensivo y efectivo como las arrugas para el “efecto toxina botulínica”, lo último en tratamientos cosméticos para desparecer esas “indeseables líneas de expresión” sin que sea necesario optar por métodos radicales y dolorosos con riesgos de complicaciones post-operatorias.

es así que ya “no es necesario dejar de reir y gesticular para detener el paso del tiempo, se trata de atacar el problema de manera integral”; dirán los gringos, pues si somos ya tan plurales que elegimos por decisión propia mostrarnos al mundo tras la cara (sin arrugas) de un inmigrante, el mundo debería recompensarnos olvidando esas molestas —pero necesarias— gesticulaciones que de pronto o todo el tiempo, nos vemos obligados a hacer, aún sin quererlo… deben pensar los vecinos. gonzález-torres es el ‘aloe vera’ de la temporada cultural de eu para el mundo.

de ahí el peligro de borrarse las arrugas, pues puede uno muy fácilmente olvidarse de quién es y entre quienes está.


marcela quiroz luna / 1974 / tijuana

sobre la obra de arte en la época de su ‘reproductibilidad’ técnica

ahora que estoy releyendo a benjamin como parte de mi instensiva entrada al doctorado en teoría crítica del 17 instituto de estudios críticos, me he encontrado con el problema de la denuncia. ¿por qué, si sólo se trataría de ‘triturar el aura’? es difícil, por no decir penoso, pues de un tiempo para acá me he encontrado con dos ‘reproducciones’ bastante vergonzosas por descaradas en el terreno del arte contemporáneo local. y peor aun es decir que a ambos ‘toma-ideas’ los tengo en estima. ¿o los tenía? ¿es independiente la estima personal del respeto artístico? es difícil decirlo así, en blanco y negro, aunque claro, no he podido hablar con ninguno de los dos ‘artistas’ desde que he azarosamente encontrado los ‘originales’ de sus piezas en revistas de arte internacional firmadas por alguien más y con fecha anterior. ¿qué hacer? ¿de qué nos sirve la denuncia en una sociedad tan poco ética y ‘democrática’ como la actual?

mi verdadera duda no va por la denuncia realmente, pues no me interesa en este caso señalar nombres original-y-copia de las piezas que ambos artistas, tijuanos han hecho –curiosamente– de ambos artistas canadienses. (al menos no ahora…) lo que me interesa en cambio es hablar algo de la permisibilidad de este tipo de situaciones que permea la escena de arte contemporáneo globalizado. pues sin duda, no puedo ser la única que ha reparado en los ‘asombrosos parecidos’ de las piezas de unos y otros; es decir, he visto imágenes de las piezas ‘originales’ en revistas de masiva reproducción y venta que –cualquier interesado en ver lo que no ha podido sin viajar– encuentra sobre un estante más o menos especializado. entonces… ¿por qué nadie dice nada? ¿por qué nos tragamos todos la ‘pildorita’ de la originalidad fronteriza? la respuesta al caso específico es sencilla. porque tijuana está de moda y vende. moda que desde insite, nortec y arco va de bajada –espero– cerrando hoy con babel en los óscares (con o sin estatuilla, da igual, pues lo importante es que ‘los mexicanos ya estamos en la alfombra roja’ ¿qué no?).

hace sesenta años walter benjamin denunciaba inclemente los efectos de la reproductibilidad sobre la imagen artística; de la destrucción del aura del actor teatral frente al actor cinematográfico; de la carencia de caracter ‘cultual’ de la fotografía después del daguerrotipo; sin embargo, apuntaba a la reproductibilidad como vía de politización de la obra –frente a la estetización de la política enarbolada por el fascismo. y si pensamos en los plagios de estrategia y obra de estos dos artistas locales, como ‘reproductibilidad politizada’; algo así como ‘el tercer mundo se burla del primero haciéndose fama con sus propias estrategias… ¿que no tendríamos que encontrar en la ‘piezas-bis’, al menos un ‘comentario’ sobre el propio hecho del plagio descarado e incastigado (¿por inadvertido?) como burla al sistema artístico contemporáneo en el que lo exótico sigue vendiendo por esencia frente al artista hoy como ‘ciudadano del mundo’, cosmopolita, exportable, museable y explotable en todos contextos, ferias y bienales? ¿o será que las burlas al aparato artístico terminaron con duchamp? ¿será que hoy la ‘reproductibilidad técinca’ ha avanzado a un nuevo estadío, el cibernético integral? si es así, hay que ponerse a investigar más en red y en impresos señores críticos y curadores, para al menos estar conscientes de que lo que se está exportando como nuevas genialidades territoriales, están mucho más expandidas e interconectadas que ustedes con la historia reciente de su disciplina, sus procesos y posibilidades reales de interconexión. pues es claro que estos dos artistas están entendiendo más sobre el contexto de su plataforma fronteriza que quienes tan afanosamente los han venido promoviendo en la última década.


marcela quiroz luna / tj / 1974

¿cómo se hará uno escritor? o relato sobre el buen ejemplo

hace algunas semanas leí una noticia que me llenó de envidia, sí, aunque esté mal declarar sentimiento tan vergonzoso así abiertamente; más cuando la envidia la causa un ser que nos es completamente extraño, pues, muy probablemente la envidia que nos carcome a distancia es infundada. a pesar de lo anterior y mis reservas, la historia es la de un español, más o menos joven, que quería escribir, y supongo, como muchos de los que intentamos estar en eso, no tenía manera ni forma de hacerse publicar en papel. así que decidió arrancar un blog y promocionarlo en otros de los más leídos en españa. en éste, su blog, iría escribiendo el solo.

empezó, supongo, con un par de lectores… –y la historia es corta– terminó siendo uno de los blogs más visitados en todo el país. ¿qué fue lo que hizo? simple y brillante, empezó a escribir su novela por entregas. (ignoramos si tenía ya la novela escrita sin quien la publicara y sólo la fue subdividiendo en entregas electrónicas, o si literalmente la fue haciendo en entregas. si esto cambia en algo para ti también la sinceridad del proceso. –una vez más, pura envidia–)

la historia completa del éxito facil, ahora publicada en un diario internacional, explica que en no muchos meses su audiencia creció a tal grado y su novela racionada tuvo tanto éxito que una editorial de renombre ofreció publicarla en papel. cuando leí la nota estaba a unos días de lanzarse a las principales librerías españolas; claro, con miras próximas a la venta internacional. (yo si la veo, no la voy a comprar; la envidia me lo impediría, por supuesto.)

y así, sin necesidad de pedir innumerables becas, tocar puertas y atosigar conocidos con sano juicio y mejor gusto sobre la calidad del material que viene uno acumulando con la idea de que en el proceso –sin duda– se está forjando como escritor; y que es cosa de tiempo solamente en que el asunto llegue a la portada avalada, que este españolito bastante joven (creo que unos 5 años mayor que yo) logró hacer leer su novela por los lectors adecuados y muchos muchos otros, hasta conseguir su publicación y con ello, el anhelado designio de ser reconocido ‘escritor’.

unas semanas antes de envidiar esta realto biográfico del otro, había yo empezado un blog, chiquito y absolutamente personal, donde vengo tratando desde entonces los asuntos que, sobre la memoria, explican mis olvidos. hace unos días que empecé a transformar eso en mi segunda novela (la primera no ha salido a la luz pues no ha encontrado cierre, ni creo que lo encuentre en esta etapa, será después… ya que logre publicar este bolg.) de tal forma ha sido que llevo saboreando el ansia golosa de la espera, de la pasión por entregas; el exquisito sabor de la dilación… ‘la novela por entregas’ ¡ah, que maravilla de formato decimonónico en el más puro deleite romántico! es la entrega en pausas, es la necesidad conformada, es la reafirmante compensación al tiempo y la paciencia obligada. es hacer que tu público espere, y en la espera se deleite con el qué pasará… de tal manera que en este arrebatado e íntimo proceso en el que me encuentro (íntimo pues no he hecho público mi blog salvo a dos o tres personas que, creo, lo leen poco) pero volviendo, en este proceso delicioso que estoy experimentando, encuentro que el gran logro del español no fue publicar al final y de golpe todo ese trabajo de semanas y meses para entrar a las cotizadas filas de los autores publicados; no. su gran aportación a la lectura contemporánea fue rescatar la novela por entregas y al hacerlo, vencer la volatilidad de su propio medio. la red y su inmediatez dejó de ser, en el transcurso de su propio proceso creativo y del armado narrativo de sus lectores, un mero encuentro sin restricciones; voracidad mal habida como lo es. obscena, como es. el españolito con su novela por entregas, venció la inmaterial temporalidad del medio electrónico en pausas con letras. letras que volvieron a tomar su peso ‘real’ (por considerar así su peso en papel, confieso sin vergüenza conservadora) en una pantalla, por el poder del tiempo que espera quien espera por tus ideas.

el españolito triunfó. y no. no debía de haber publicado. pues es muy probable que el éxito de su novela, la primeria, fuera –sobretodo– el control autoral sobre su temporalidad; el deseo puesto en marcha. pues una vez que se le entrega a uno en papel y todo de golpe, la cosa cambia, se pierde el control; y no porque el otro –en este caso el lector– gane el control que uno pierde como autor; no, el control del tiempo de entrega y seducción se pierde porque ya no importa. ya no es un acto entre pares de seducción entregada y a merced, leer la novela del españolito en papel; es una decisión unilateral por conveniencia, caprichos y horario, nada más.

¿y yo? yo quiero aun la incertidumbre de las entregas. generar necesidad.

yo sigo escribiendo, queriendo ser escritora, queriendo que algun día, me lean así, más de dos o tres, con esa ansia por encontrar una nueva entrada en mi blog. en mi ‘privadísimo’ blog. donde lo privado no responde a otra cosa que al miedo profundo. miedo a no vencer lo intrascendente de los millones que escriben sus ideas fantasiosas en un blog esquemáticamente personalizado que pocos leen y muy por encima cuando les sobran algunos minutos, nunca esperando el tiempo.

es sencillo, yo, como al principio el españolito, quiero hacer esperar al tiempo.


marcela quiroz / tijuana / 1974

¿bordar qué?

hay un aro para bordar. los hay de distintos diámetros, dependiendo de las pretensiones, entiendo, de quien se enfrenta a la aguja que entra y sale y entra y sale y vuelve a entrar. siempre vuelve a entrar. pero el aro. son de madera ligera, creo que le llaman madera balsa, por aquello de lo embarcable, de lo que se puede ir facil con el viento y con el agua, de lo que no tiene raíces ni piernas que lo aten al suelo. es la madera esta que no pesa, de color claro claro, como la de los palos de paleta. debe ser madera barata. los aros para bordar no cuestan mucho; y eso que no son nada más de madera. también tienen un mecanismo metálico con un alambre en espiral que soporta, sin duda, la presión que ejerce desde el centro y sobre todo el borde, la tela atrapada, tendida, tensada. para que no reviente la madera.

a pesar de ese pequeño andamiaje funcional, sencillo pero complejo en su bipolaridad, que tienen estos aros sobre el canto exterior, marcando con obligación la mitad del aro, a pesar de eso, no son caros. yo tengo uno apenas, chico, no pasa de los 10 cms. y, confieso, me aterra usarlo. es por lo de la imposibilidad. es por eso que te obliga a constreñirte a un solo pedazo de la tela y no salir de ahí, por horas… es pensar que me quedo. que me quedo así. por eso no lo uso. nomás no me atrevo a ponerlo en un circulito escogido del bordado. y es que ahora bordo.

bordo para pasar las horas. las horas de antes y las de después. las horas de las espalda.

pero el aro. es asunto suyo detenerte, volver a fijarte, volver a hilar y encontrar una y otra vez la imperfección de la puntada anterior, la posibiidad siempre incansable de mejorar el punto, de afinar el contorno. el aro es eso. tiempo detenido a fuerza de paciencia y ganas o neurosis por hacerlo mejor; de hacerlo con mucho cuidado. por eso no puedo. yo no bordo con mucho cuidado. al contrario, yo bordo en una especie de ansia, de frenesí por escapar, por hacer algo, por no hacer nada de nuevo y mil veces. nada. bordo para acelerar el instante, de acelerarse. bordo para tener las manos ocupadas, en habil empresa; como elegidas para mejor futuro y compromiso presente. bordo porque en cada puntada siento que avanzo un poquito, yo sola, y me alejo, un poquito, yo sola, de esto que me tiene dentro del aro. parada en medio, justo en medio, con las aguas calmas y la mirada limpia, viendo en redondo el mar. ya pasó la tormenta. solo el mar. el mar reposado, casi vencido. pero cuidado. el mar nunca se vence. sólo se cansa. y descansa. y vuelve a empezar. el mar nunca se queda dentro del aro. eso lo sé porque lo he visto y por eso me apuro. me apuro en el bordado y avanzo sobre las figuras inventadas para terminarlas, para terminarme en ellas, para tener algo que enseñar. bordar es hacer el intento visible. el intento en pasos y mostrar los pasos en cada puntada. bordar es querer tener consistencia, ritmo, tiempo interno y propio, autodirigido. disciplina. es hilar las propias ganas cuando el cuerpo siente todo el tiempo que, o se le escapan, o se mueren, secas, deshilvanadas, con las orillas hacia fuera, en recogimiento, en descomposición. arruga.

pueda ser que borde también porque tengo ahora estas puntadas en la espalda. pueda ser que lo que quiero es entender cómo es esa costura que no veo pues yo no la hice. y sí.

tengo la espalda bordada por alguien más. tengo las costuras de otro, tengo el tiempo de otro cosido en la espalda. tengo sus preocupaciones, su triunfo, su insistencia, su rechazo al fracaso. tengo en la espalda cosidos los puntos en carrera de alguien más. por eso bordo. y mientras lo hago siento esta profunda inquietud que me sale de adentro y mueve los dedos, uno, luego otro, en el sube y baja, en la penetración desalmada, en la extracción sádica, gozosa por haber transgredido, por cambiar el orden, por destruir la apariencia plana. es esa inquietud por destruir algo que se tiene enfrente, en apacible estado de contensión, para hacer otra cosa, lo que sea, que violente, aun en el mismo tono, aun cuando bordo velado. aun cuando lo hago en blanco sobre blanco con esa recurrencia que de sospecha no se atreve. aun entonces, lo que quieren las puntadas es no quedarse quietas. perforar. dibujar lo posible en la estática del presente. cambiar la estética del presente desde la ocupación propia. ya no escribo. estos días ya no escribo. ahora bordo.

tienen algo de silente reclamo las puntadas. calladas y engarzadas, una con otra con otra con otra con otra. visibles. bordar es hacer visible la angustia. pues resulta que siempre, por aterrador que resulte, lo visible tiene esa satisfacción única del develamiento, de la confesión descarnada en su hipocresía.

bordar es no decir nada y hacerlo de nuevo de nuevo y vuelta otra vez. tan irresisitible se vuelve. tan eficaz.

despuntar lo sensible. encontrarle sus fallas al ritmo. al latido. al desvelo. se trata de eso la insistencia de la aguja y los dedos. se trata de eso que no puede decirse ya ni con el lenguaje. menos con el lenguaje. apenas con el lenguaje. por eso hay que regalar lo que uno borda, porque está lleno de confesiones. sobretodo esas que tienen que ver con la inconformidad ante lo inmóvil. dicen que me operé para poder volver a moverme como antes. para ser ‘la de antes’, para tener fija la espalda y ya no fijarme. por eso bordo, para no fijarme. qué tal que ya no vuelvo a ser ‘la de antes’…

también lo hago para no sentir el dolor, y en vez de eso, de sentirlo, verlo. hacerlo enfrente, recuperar el gesto, entender lo que tengo en la espalda. destinar el cuidado. destinar. bordo en cada puntada la historia de mi espalda. es una historia larga, monótona incluso, es una historia parecida. sucedida en su apariencia, sólo en su contorno. pues hay algunos dolores de espalda, de nervios, de vértebras, de piernas y dedos; hay algunos dolores que no se ven, y se resisten también a las puntadas. por eso entiendo que me siga doliendo la operación y la historia. por eso que quiera dejar de decir. de explicar, de recordar cómo se dice lo que se siente dentro y que nadie ve. por eso mejor el delineado, la sutura, la cicatriz sensible en el recorrido del que admira; sobre los dedos, calladita pero constante. para seguir con los dedos… para que se diga a sí misma la historia desde los dedos. para que no tenga que contarla y en lugar de eso los dedos de otros despierten desde los puntos, sobre los hilos, hacia los extremos. para aprender a llevar las debilidades escritas sobre la piel, y hacerlo, con un mínimo de sustancia estética. me bordo. para aprender a resconstruir una historia desde los nudos.

eso para ellos. ¿pero yo? yo bordo para saber. para saber cómo se cierra la piel.


marcela quiroz luna / df / 1974

la vida en sus contornos

en uganda, las madres ceropositivas son instadas por organismos no gubernamentales para aprender a escribir y entonces hacer los que llaman, ‘libros de vida’. en ellos, y en el tiempo que les quede de vida, las mujeres enfermas escriben a sus hijos todo aquello que quisieran poder decirles en tiempo. tiempo que saben, al escribir, que no tendrán asegurado más allá de ese en el que escriben. el presente de la escritura. entonces, y con la distancia geográfica y temporal que me aparta de esas realidades y me permite el lujo de ‘pensar’ sobre ellas, me acuerdo de un desvelo hermenéutico que dice que la escritura, toda escritura en narrativa, es capaz de generar ‘horizontes de expectativa’ en el lector. ahora es que me ha hecho verdadero sentido tal designación.

pues resulta que los ‘libros de vida’ de estas mujeres condenadas a la muerte cercana y advertida, es precisamente lo que intentan ser para los hijos que dejan huérfanos: horizontes en los que siga habiendo expectativa, aun después de la muerte, después de la orfandad; después de la pérdida del contacto cercano. dicen que en esos libros escriben las mujeres algo de su historia personal, para que las conozcan, para que no las olviden; dicen que hablan también de momentos atesorados, actividades compartidas, hábitos, costumbres y tradiciones de la familia que está por desmembrarse; sé que también, especialmente, se piensan en consejos, como hacen las madres por cuidarlo a uno, por salvarle dolores, ahorrarle angustias; y siempre, he leído, estas madres agregan algunas fotografías. la mayoría de las imágenes retratan a la familia completa en sus espacios familiares entre poses asumidas para durar más que la propia presencia; para resistir la imposibilidad de convivencia. no es comun encontrar fotos de las mujeres solas; así que podamos entrever que lo que se preocupan en retratar son los lazos y no su individualidad en inminente desaparición. como si adivinaran de fondo las imposibilidades por esencia del medio fotográfico.

retratar relaciones. y es que hay que estar ciertos de que los lazos se mantendrán, aun sobre uno; sin uno. como la ciudad de calvino, esa que él llamaba ersilia, donde los habitantes tendían lazos de parentezco y relación en colores, de casa a casa, uniendo en la evidencia las historias individuales en la conformación de un entramado social común. y cuando pasaba el tiempo y los hilos ya eran tantos que hacían intrasitables los caminos, los habitantes de ersilia se mudaban a otro espacio, cercano y despejado, desde donde empezar de nuevo, retrazando vínculos, articulando un nuevo presente. dice calvino que con el tiempo, la región de la errante ersilia se veía desde lejos como pequeños cúmulos de hilvanados desiguales, complejos y caprichosos sobre construcciones ya vacías. quedando sobre el territorio los lazos, no las personas; las huellas entre las personas.

palabras. imágenes. ¿de eso se conformará un libro de vida?

la respuesta es trágica en su contundencia. no.

anticipo que estos libros son apenas intentos en visibilidad por no irse en blanco, por dejarle trampas al olvido. pues muchas de esas madres que mueren diariamente en el continente africano, dejan atrás niños menores de los 8 años; mentes en cuyas memorias apenas empiezan a conformarse los primeros recuerdos como estructuras capaces de soportar todo el peso venidero de la propia historia. memorias en ciernes necesitadas del soporte de la experiencia recurrente antes de tener que volverla recuerdo. memorias necesitadas de ser en sus propios momentos, antes de poder hilvanar entre los huecos, los momentos de la madre.

así que, me pregunto, si sucede como dicen los de las ong’s sobre estos libros, que ayudan sobretodo a las madres en el proceso de enfrentamiento y aceptación de la propia enfermedad que les conducirá con paso certero a la muerte. de ser así, como creo debe ser, estos ‘libros de vida’ viven su primer momento en el destierro, alimentados en la batalla final de una sustancia interna que hace por no perderse. la búsqueda del propio horizonte, ya sin expectativas. pues antes de trazar un horizonte ajeno, la búsqueda de límites definible empieza siempre en el propio entorno.

quizá sea que en el momento mismo de la escritura en el que se cree haber alcanzado el horizonte, o al menos su silueta, en ese momento en el que el estar-siendo confirma su propia concresión, es que las expectativas de uno –esas que el ser no alcanzó en el actuar del tiempo continuo– se proyectan con la promesa de mantenerse entre las frases, sobre las mismas ideas, como mantos. de ser así como sucede, pasaría lo de marguerite duras, cuando muy pronto en la vida se tiene ya la conciencia de que es demasiado tarde, y en ese momento se empieza a escribir. para proyectar.

y es seguro, o al menos me queda claro que, lo que de esas madres muertas quede en sus hijos capturado en forma de ‘libro de vida’, no va a ser lo escrito con tanto afán, ni la insistente contundencia de la imagen fotográfica rescatada, no; va a ser, en cambio, el momento-en-su-pasar. el rato de la escritura, el empeño en la letra clara y la palabra bien escrita lo que inunde un cuarto al abrir la tapa. será el tiempo pegado detrás de la imagen en el armado del libro; el paso de la página en su esfuerzo y la continuidad de las intenciones, y no en realidad, las letras que la llenan. será el tiempo de las letras, el tiempo entre letras, la ilusión del horizonte, la fe en la expectativa. es no estar muriendo y a la vez, como descubriera humilde villaurrutia, lo que quede en esos libros de invaluable sea ese triunfo tendido del ‘…estar muriendo en tu presencia’.


presencia reflejada y en su enfrenatmiento vencida: escribo porque me muero y mientras escriba, no.

pues resulta imposible saber qué es lo que se puede dejar y qué se va a perder en el olvido apenas uno desparezca, será que al menos quede el intento por trazar los contornos de la propia huella.


marcela quiroz luna / tj / 1974

¿cultura o economía?

“inglewood, california — la directora de una escuela, en un intento por evitar la deserción de alumnos durante las recientes marchas de inmigrantes, ordenó inadvertidamente un cierre de la escuela tan estricto que los niños no podían ir al baño y tuvieron que usar baldes de agua.

angie márquez, directora de la escuela primaria worthington, impuso las medidas el 27 de marzo mientras casi 40 mil alumnos a través del sur de california abandonaban las clases para asistir a actos en defensa de los inmigrantes ilegales.

según trascendió, márquez habría malinterpretado el manual de normas para el distrito escolar y ordenó una clausura total de actividades como la diseñada en caso de un ataque nuclear.”


a veces uno se pone a pensar cómo es que se ‘entienden’ los discursos cuando salen de contexto. normalmente, como en el caso de la profesora de la primaria worthington, se malentienden. a veces más, a veces menos. y es que a pesar de que uno crea que lo ‘glocal’ como condición de existencia inbrincada (siguiendo la fusión terminológica-territorial del escritor tijuanense, heriberto yépez), tiene posibilidades reales de entablar diálogos plurilingües, internacionales, interraciales, etc… no necesariamente asegura que el anzuelo que uno lanza cuando escribe caiga en aguas fértiles; como tampoco tranquiliza la sospecha de que esté uno, precisamente, mordiendo la carnada sin ver el anzuelo; o peor aun, creyendo que pesca cuando en realidad está siendo ‘pescado’.


tim brown, director de operaciones del distrito escolar, confirmó que algunos estudiantes se vieron obligados a hacer sus necesidades en baldes, pero consideró la orden de la directora “un error involuntario”. brown explicó al diario los angeles times que “cuando existe un ataque nuclear, se usan baldes” en lugar del baño. la directora “siguió el procedimiento” aconsejado. “ella tomó la decisión de seguir el manual. lo que ocurrió es que lo malinterpretó”.


ciertamente resulta en extremo preocupante tratar de entender cómo puede ser posible que la directora de una escuela primaria en eu pueda confundir una marcha civil no violenta con un ataque nuclear. aunque quizá, volviendo a lo del anzuelo, a juicio de esta ‘docente de la educación’, la amenaza del inmigrante indocumentado represente una amenaza similar para su país como pudiera serlo un ataque nuclear; de tal forma que cada uno de esos migrantes congregados representa simbólicamente, en potencia, el mismo peligro que una acumulación similar en cantidad de átomos altamente radiactivos. y es que esto debe andar en el aire dispuesto a explotar a la menor provocación en el país donde la política del terror es tanto imperante como imperativa desde que bush lanzó su lucha sin cuartel contra el terrorismo. de hecho, en varias de las marchas que se han venido sucediendo en distintas ciudades norteamericanas en meses pasados, precisamente, una de las consignas que levantan las voces es: “somos inmigrantes, no terroristas!”.


what is to be done?



nativo lópez, presidente de la asociación política mexicoamericana, como líder del boicot del 1 de mayo, advierte el paro de labores y de consumo de productos norteamericanos, como una especie de anticipo a sus gobernantes y sociedad de lo que sería el país vecino sin inmigrantes. curioso que haya que recordárselo a una sociedad alimentada y sustentada históricamente por una continuada mezcla interracial.

y sí, muy probablemente la única manera de hacer evidente y obligado el reconomiento a la fuerza cultural inmigrante –no sólo la fuerza obrera– sea afectando al economía. no olvidemos que la economía norteamericana en esta –repetida– administración va de la mano de la ‘amenaza terrorista’ y su motor bélico. que tal vez si resultemos, también, terroristas.

habrá que ver qué dice el senado para saber dónde quedan parados los proyectos culturales ‘binacionales’ que puedan plantearse a futuro. pues, curiosamente, el último ‘gran’ proyecto binacional méxico_eu que concluyó apenas hace unos meses, insite_05, plagado de irregularidades migratorias en su personal, de haberse llevado a cabo en estas fechas, probablemente hubiera sucumbido antes de tiempo por las redadas que empiezan ya a ‘castigar’ a las empresas de trabajadores inmigrantes en tierras norteamericanas que, en los últimos 2 días suman ya un total de detenidos cercano a los 1, 200 trabajadores ‘ilegales’. indocumentados que ahora enfrentan una fianza de 250, 000 dólares o la amenaza de pasar hasta 10 años en prisión, a pesar de que son esas mismas empresas ahora penalizadas, las que antes pagaban, como parte de sus costos operativos, multas designadas por contratación de ilegales; proveyéndoles, incluso, de papeles falsos a cambio de trabajo mal pagado.


algunos de los alumnos participantes en estas marchas de inmigrantes han sido suspendidos por faltar a clases. el estudiante anthony soltero se suicidó el 30 de marzo luego de ser convocado a la oficina del subdirector de su escuela, deanza, en california, por supuestamente asistir a una protesta contra los proyectos de ley que prevén endurecer la política de inmigración.


veamos entonces qué sucede después del 1 de mayo, ya luego hablamos de cultura y educación.


marcela quiroz luna / tijuana / 1974

cámaras en grúas o grúas con cámaras

el 23 de mayo del presente apareció publicada la siguiente nota en un diario de distribución nacional:

“grúas con cámaras de grabación integradas ya operan en la colonia roma y en el sector pantitlán, con el objetivo de registrar el trabajo de estos policías y de demostrar las faltas cometidas por la ciudadanía.”

yo por mi parte, acabo de concursar ingreso a un programa de doctorado en teoría del arte. supongo que es una forma parecida de monitoreo y registro el impulso por seguir en el medio académico.

“el secretario de seguridad pública, joel ortega cuevas informó que el objetivo de estos aditamentos no sólo es evitar la corrupción de grulleros, sino tener pruebas contundentes de que sí se cometió la falta para ingresar a un automóvil al corralón.”

desafortunadamente no puedo más que pensar que yo también, como los cuerpos policiacos mexicanos, quiero tener pruebas contundentes.

ahora, lo que no explican bien a bien en este programa de las ‘grúas en la era de la reproducción mecánica’, es si la grúa debe filmarlo a uno al momento de estacionarse en lugar prohibido, bajándose lo más rápido posible del coche como con ello queriendo reducir el tiempo de peligro-aire que lo lleve a uno al corralón; o si, por el contrario, la grúa hará un registro contextual del vehículo ya aparcado en el entorno prohibido, sumando en video la cantidad y calidad de material necesario para sustentar la imputación (antes avalada verbalmente por los oficiales en turno). la palabra ya no es nada.

en fin que hasta ahorita no se sabe si es ‘durante’ el acto o ‘ya cometida’ la fechoría vial, eso que se considerará ‘prueba contundente’ en los tribunales efectivos a la revisión de los casos estudiados. pues me imagino que tanto afán por reunir pruebas, abrir expedientes, revisar la jugada, etc.. etc.. debe anunciar veladamente que, acto seguido a esta primer medida de mayor control en las calles, se tenga previsto en las delegaciones la instauración inmediata de tribunales legales especializadísimos en casos exclusivos y particularísimos en los que, no quepa otra sansión más que el remolque. (o bien, las pruebas puedan dictar lo contrario; en cuyo caso peligre entonces el empleo del patrullero-grullero.)

yo por mi parte me recibí con honores de la mestría en estudios de arte hace 3 meses. y, no he preguntado mucho entre mis colegas, pero dudo que se tenga noticia de un interés tan continuado en lo sucesivo, por ingresar al siguiente grado académico con tanta inmediatez. entonces, y tras la lectura de esta escalofriante nueva medida de ‘seguridad’ en el df, me pregunto en qué estado del tiempo estaré yo, es decir: no se si estoy buscando a ‘mi sujeto’ en el momento en que va a estacionarse o si, lo tengo ya ‘estacionado’ y me dispongo a reunir el material contextual necesario para sustentar mi ‘solvencia’ académica. o si estoy en uno de los dos lados y entiendo que un doctorado es el camino necesario para llegar al otro.

en cualquiera de los casos quiero creer que mi actitud toda direccionada a continuar mi formación académica por los siguientes 4 o 5 años al menos, sabrá diferenciar una medida realmente necesaria de una inversión irrevocablemente estúpida.

pero si volvemos a la cuestión inicial en cuanto al caracter ‘demostrativo’ del implemento, es decir, qué hay que demostrarle a quién con todo esto, lo mismo que las cámaras en las grúas… aun se mantiene, un tanto ambiguo.



marcela quiroz luna / tj / 1974

estados de representación

hace algunas semanas me invitaron, entre otras cosas, a revisar portafolios en el último encuentro de fotoguanajuato. nunca antes había revisado portafolios ‘en toda forma’, digamos, en secuencia rotativa entre los demás revisores; con tiempo cronometrado; en el escenario de un teatro montado con decenas de mesas con manteles largos; una botella de agua, mi nombre impreso en un letrero visible a la distancia y guantes blancos. sí, antes había revisado portafolios en aulas universitarias al final de alguna clase, en bares y cafeterías a la media tarde, en casas de amigos a altas horas de la noche previo al cierre de alguna bienal, etc. pero no lo había hecho antes así, no en ‘toda forma’. ésta fue mi primera vez.

y he de confesar que fue una experiencia de lo más interesante. una primera vez que se extendió a manera de tour de force –durante 3 días seguidos por tres horas diarias por la tarde, recorrí en 15 minutos la incipiente vida artística fotográfica de varias docenas de creadores, en su mayoría jóvenes, algunos verdaderas promesas. innevitable resultaba, al caer la noche y después de la oleada de miradas inquisitivas, preguntas dichas y calladas, buenas y malas impresiones, nombres recordables o por completo olvidables, que saliera de ahí preguntándome… ‘y todo esto que les dije, les servirá de algo?’. así que, saliendo de ahí, ya en las inauguraciones y sin guantes blancos, a varios ‘revisados’, les preguntaba si efectivamente habían encontrado en mis comentarios algun atisbo de certeza, genialidad o al menos, sentido común. muchos dijeron que sí; algunos otros, afortunadamente entre mis favoritos, me han seguido buscando pasados los 15 reglamentarios.

tal ha sido el caso de javier cardenas tavizon. artista tapatío que no sólo avanza por el camino de la fotografía sino que, con inteligente intuición, está buscando conformar un cuerpo de obra interdisciplinar y retroalimentativo (de existir el término y la acción) entre el dibujo, la instalación, la animación y la intervención fotográfica, buscando las huellas de lo olvidado para hacer de ellas registro arqueológico de lo desaparecido del deseo y sus etapas. así ha sido que hemos entablado una interesante curaduría a distancia (él allá y yo en tijuana) que está por inaugurarse en el atrio, uno de los nuevos espacios de arte contemporáneo en la ciudad de guanajuato, para itinerar de vuelta, en unos meses, a guadalajara al museo raúl anguiano.

los estados de representación que involucra cárdenas en su trabajo atienden a diferentes destinos del lenguaje en tanto forma de poseer. magnificaciones visuales que activan un suceder en la imagen, sus obras atentan contra su propia existencia al sumar sobre su propia superficie las capas de su proceso; avanzando siempre, por uno y otro sendero, hacia la estética de la desaparición.

la conversión del mundo físico en objetos de conocimiento que pone en marcha la obra de cardenas, refleja a su vez el devenir del sentido de la memoria museográfica en tanto origen de la historia vuelta visible. en sus paisajes de artificiosa naturaleza existe un intento revertido sobre el impulso del gabinete renacentista: la dialéctica del universo contenido en una sala, en una caja, sobre distintos planos a ser recorridos, ahora, en el espacio humano. espécimen del mundo como el ‘otro’, la propuesta artística de javier cardenas es una fábrica de campos de observación que, acaso, anticipan la sustancia y densidad de ese ‘lugar de las cosas perdidas’ del que hablaba haruki murakami. ese sitio donde han estado siempre las cosas y su recuerdo, aun antes de ‘perderse’. lugar remoto donde, al parecer, lo desaparecido se va fundiendo en capas, una sobre otra, hasta conformar una única imagen.

así me imagino que deben funcionar también las revisiones de portafolios en la memoria formativa de quienes escuchan y ven su trabajo –producto de muchos o pocos años– desde los ojos de un ‘otro’ enguantado en blanco. apreciaciones ajenas que se van fundiendo unas sobre otras, en lapsos de 15 minutos, sobre una única imagen, la del artista sobre sí mismo. especie de narciso empalmado en el camino de su propia conformación, aun antes de ella, como el anhelado sitio perdido de murakami, e sitio de las siempre ‘primeras veces’ del que a veces, sólo a veces, un buen trabajo puesto sobre la mesa, nos recuerda las coordenadas.


marcela quiroz luna / tijuana / 1974

regresar… para?

el plan era hacer tres horas.

el plan no estaba pensado para ser devuelto. de haber sabido me hubiera ido por atrás. ya me habían dicho que estaba todo bloqueado.

me cuesta trabajo pensar en toda esa inmensa de historia avenida, muerta de agonía y siempre, un poco de vergüenza.

por eso nos fuimos por lerma; a ver si por ahí…

llegamos.

también estaba cerrado. …que hasta el siete de septiembre. ya ni porque era el sitac… pues qué no quieren público internacional?

todo se inauguró este mes, el 31, por eso mismo… ahorita han de estar todos de fiesta en fiesta, emborrachados, no borrachos, emborrachados.

regresé hoy muy temprano. no vaya a ser… mañana es el informe y seguro que no llegaba al benito juárez a la hora que fuera, de donde viniera.

estábamos sentadas, el trasvesti y yo, cuando se oye clarito por el estúpido altavoz… “tenemos que regresar, nos dieron mal el plan de vuelo. gracias por su comprensión.”

regresar al df? el mismo 31? nomás para cargar combustible y sin pisar ni una exposición? pero si apenas estábamos despegando!

‘ya sería cosa de quedarnos al informe’, pensé decirle a patricia. (supe su nombre al segundo despuegue) ya eramos amigas.

es más facil hacer amigos cuando se comparte un problema ajeno por remoto que parezca una vuelta en ‘u’ al vuelo; ya casi como no poder cruzar reforma, o no llegar a tijuana en tres horas-directo. es mucho más difícil hacer amigos en los simposios de arte contemporáneo.

a poco no?


marcela quiroz luna / tijuana / 1974

l’objet-trouvé

(sobre el abismo de ausencia de vida yovanovich)


escucho cómo se pone en marcha su memoria,
cómo aprehende formas huecas
que yuxtapone unas a otras
como siguiendo un juego
cuyas reglas se han perdido.

marguerite duras



entre tanto abandono, de alguna manera, misteriosa y serena, los objetos se encuentran. no es que ellos se busquen, aunque sí es un asunto de encuentros.


cuando lo otro se pierde es que la mirada encuentra.


hay aquí una mirada que no pertenece. sucede, realmente, en toda historia. es la mirada del narrador. dicen que nada existiría después de su instante si no hubiera quien lo contara. como si lo condenado al olvido exigiera su último deseo. a veces, se cumple.

los objetos que visten de ausencia el abismo son apenas, pedazos pequeños de otras historias, las que están mudas detrás de la lente, las que el narrador, callado y atento, absorbe pero no cuenta completas.

hay historias imposibles de contarse completas.
hay presentes que mejor se viven así,
pedazo por pedazo…
de verlos completos,
quizá se volviera uno loco.

llega tarde el momento —entre tanto encierro— cuando la mirada completa lo que parece ya claro, su destino. empieza dando vueltas, ligera, sobre lo que no le pertenece, se posa; de nuevo se inquieta, se avergüenza de sí misma, tan libre, tan dueña. elige, descarta, avanza y llega. el cuadro es perfecto, siempre, cuando se ve imaginado. al centro, un poco arriba, un poco a la izquierda… son cosas que no se piensan mucho pues ha empezado ya el torbellino, la caída seducida. el abismo. entonces, la mirada hace lo suyo, por lo que vino, y entre tanto encierro, ella misma apresa. un bote, un trapo, las chanclas, el vestido, la imagen, una mesa. la mesa. las flores.

todo de alguien. alguien a quien no vemos y sin embargo, nos rodea; nos abruma, se asoma cerca, sobre el hombro, olfatea y empieza a ver lo que nosotros vemos, también con algo de vergüenza, disfrutando en silencio la deliciosa estética de la soledad, su tiempo. pues de eso se trata la ausencia, es el tiempo del otro vivido sin él.

la soledad ajena deviene así,
perniciosamente seductora.


destinado está el reflejo, la tortura de quien observa y apresa. condena mitológica. me estoy viendo recorrer embelesado las texturas, los negros que amenazan con perderse y llevarme consigo; los contrastes perfectos que lo hacen todo tan táctil y ajeno. aparece entonces el recuerdo inconsciente de esa distancia primera que salva y posiciona: la distancia de la mirada. yo estoy en otro lado. estoy donde puedo ver. Ver sin ser visto… aun cuando la suerte ya está echada pues los objetos han sido encontrados y no saldrán ya de su nuevo encierro —mi memoria— llevando consigo la distancia variable del recuerdo. Será ahora mi propia necesidad quien los llame.

descontextualizados —los objetos— salen del mundo dispuestos a empezar su propia poesía.
lo poético de la soledad.


la mirada ha elegido y en el encuadre designa —carente de palabras— lo que más adelante creerá que afirma con plena certeza …tengo encima este abismo de ausencia.

me he encontrado conmigo misma.


y tengo, un poco de miedo…
parece que he alcanzado la desmemoria del eterno presente.



v. yovanovich. de la serie: abismo de ausencia


marcela quiroz / 1974/ tj

1x1

cada átomo de silencio
es la posibilidad de un fruto maduro.

p. valéry

marcela quiroz luna / df / 1974

para no citar por citar

siempre he confiado en el poder de las citas. (1)

una cita bien elegida, editada y colocada es, sin duda, inteligente arma de seducción. (2)

las citas son los momentos del texto, los instantes fuera de la hora; la memoria, el estremecimiento. (3)

las citas, tienen esa invaluable habilidad y permiso sintático de meterse en la página mayor, en la estructura general, para hablar en cambio –desde sus islas– de estructuras más pequeñas, más particulares. (4)

y es que no debiera a uno tomarle mucha vida el saber que en todo contexto, lo más interesante, nunca se dice de frente.

1. me gusta de las citas la honestidad con la que aceptan su ser-fragmento. pretenden sólo lo que quiera el lector continuarle. la cita es como el hilván para la costura, sostiene, une, recorre, mantiene; permite adivinar, entrever las capas, adentrarse en distintas profunidades, profundidades que dan vuelta. las citas siempre dan vueltas. las dan sobre sí mismas desde otras ideas, son como los insectos y los focos, uno ilumina, el otro reconoce su presencia. (nota del autor)
2. muchas veces, las citas dicen más que las ideas en texto que, a primera vista, intentarían respaldar. pero sucede que las citas parecen ser más tímidas, se acomodan debajo, o a un lado, como contrapuntos alternativos… cuando en realidad, ésa es su arma, la discresión. en ellas se puede decir muchas veces lo realmente necesario, lo que urge, sin necesidad de gritar, siempre en tipografía menor, como un susurro. son esas citas, las que le hablan al lector en voz baja, frases que hablan otro idioma, el del deseo. semánticas que están siempre al límite de la confesión. son enunciaciones entregadas. quizá porque no compiten –en la parte principal de la hoja– con el resto del texto. las citas se atienden de los detalles; se dan el lujo de frenar el ritmo y circular de nuevo, las veces que sea necesario, sobre un pequeñito suicidio. (nota del autor)
3. eso en el mejor de los casos; cuando el autor ha descubierto el verdadero valor de esas palabritas que a muchos molestan por “romper el ritmo de lectura”; las que muchos se saltan, ignoran, pues dicen, los enervan. incluso, se adivina, a los mismos autores les sucede, por eso las dejan al final del texto, por allá, todas apiladas en un hoja a la que nadie va, o si va no regresan. sólo así me explico que alguien cite para poner “poner al final”; mejor sería ahorrarse la molestia. (nota del autor)
4. en cambio, cuando se alistan todas nomás al final, las citas se convierten en mero trámite para asegurarle al estudio(so) una apariencia académica. cuando cae en el mal esfuerzo de la pretensión, el anclaje histórico, la designación de línea de pensamiento, intentando fincarse un linaje de conocimiento, la cita, es, en esencia, pedante y su ser, superfluo. esto cuando erróneamente se designa, malentendida, su posición separada del cuerpo del texto y el reducido tamaño de la grafía como falsos indicadores de importancia o necesidad. (nota del autor)


marcela quiroz luna / tj / 1974

sobre el inútil combate

la culpa es algo extraño. y así, extraño para ninguno. digo extraño porque, entre muchas otras cosas que no debieran emparentarse con este sentimiento y que sin embargo lo permean, es la ambivalencia. la culpa siempre tiene dos lados, al menos. tiene mucho que ver con la vergüenza y poco o nada con el decoro. La culpa habla de una ansiedad incómoda del haber o no haber hecho; y en este desconcierto se manifiesta de muchas formas, no todas, o casi ninguna, coherente.

los freudianos hablan del super yo y sus reclamos. que en realidad, la culpa no reclama, sólo pesa. es más un asunto de gravedad y leyes propias de la física que un monólogo de la conciencia.

la culpa nada tiene que ver con el culpable. la culpa pesa donde hay vacío, solamente. o bien, donde se centrifuga.

hay un momento claro en el que el miedo se vence en culpa. ahí empiezan los giros descontrolados hacia lo profundo.

foucault habla del valor histórico de la culpa como herramienta de control y sometimiento, entre otras.

en lo cotidiano, para quien la padece, la culpa también se sirve como herramienta; muchas veces sólo para creer que en el sinsabor de la retaguardia de las propias acciones, uno sigue haciendo algo cuando en realidad se ha decidido no hacer nada. la culpa es un sentimiento que ocupa. ocupa espacio y tiempo.

la culpa inmoviliza. al contrario de lo que se cree, la culpa no es buen motor. no es motor. sería apenas batería, muy temporal, de un forzado andar hacia su propio salvamento.

la culpa nunca se salva. ni recomponiendo el camino. la culpa es, en ese sentido, irrevocable. muchas veces es la culpa el accionador más efectivo para el recuerdo. y a la vez, para algunos que hemos aprendido a usar el olvido a conveniencia, la culpa, muchas veces no dice nada del pasado. acaso lo sepulta, si no es que lo borra completo al lado de los deshechos del desaire, la desilusión, la falsa espera. cuando sucede así, la culpa sólo, se siente entre nebulosas, cuando la mente detiene al cuerpo.

marguerite yourcenar escribió una de sus historias como carta. el tema decíase ser sobre el engaño –en cuanto a preferencias sexuales– de un marido a su mujer a los pocos o muchos años de casados. en la carta él se explica, cuenta, retiene, comprime, sucede sus propios recuerdos; su personal andamiaje. al final y algunas veces entremedio, incluso se disculpa con ella, por haber malgastado su tiempo, por haberle ofrecido una pantalla, una realidad velada. Es el trayecto una especie de reconstrucción de sus acciones y posibles expliacaciones de formación y contexto. habla mucho de su infancia, de sus tías, del respeto cómplice y hermanado con la mujer. luego, en su adolescenia habla de su rendimiento absoluto ante la belleza, toda. precisa sus olvidos, como historias ciegas; no les pone nombre y quiere de-significarlos, aunque en ellos cimenta su decisión: se va. la carta es para decirle, finalmente, que la deja.

el libro se publicó por primera vez en 1971, causando gran revuelo por lo “novedoso” de la temática tratada con tal soltura y sin tapujos. ahora, que el tiempo y las circunstancias no sorpenderían ya, a nadie, la carta de yourcenar ha adquirido otra dimensión, más interna, menos de estandarte; más introspectiva y menos de denuncia. el libro hoy pesa por su ausencia de culpa.

la escritura pausada, sin sobresaltos, sin afán de confesión, ni pretensiones de explicación justificada, hace que el monólogo gire sobre su propio y real centro: es una historia sobrepasada incluso aún mientras se le vivía. el personaje se lee a sí mismo con el cansancio de quien no se sorprende, desde hace mucho, por la voz de la conciencia. pues la voz que habla es esa misma, la conciencia sin velos, la buena intención vencida; la voz de alguien a quien ya no le importa decir lo que está diciendo. así que las letras de yourcenar se deshilvanan sobre el mismo retrato que parecen hablar. no hay intención. no hay culpa. hay apenas tiempo y un intento –fallido de origen– por autoexplicarse y en ello, atinar al perdón, sin mucho afán tampoco, de encontrarle.

el tratado del inútil combate, subtituló la novelista francesa a su obra; resultaría demasiado fácil asentar aquí que la culpa es también inútil. será mejor decir que la brecha supuesta entre el cinismo y la culpa, tiene más que ver con los juegos de la memoria sobre la construcción del ser, a la manera en la que las palabras escritas se perfilan siempre un paso adelante. escribir es por tanto, confesar lo que ya se sabe para dudar de lo que no se dijo.

mecanismo, a mi juicio, muy similar a la culpa cuando aparece, siempre anunciada en frases armadas desde el descaro, siempre un tanto altanero.

la culpa, como los libros, las historias, las palabras y le memoria son dables siempre de adquirir otro sentido con el tiempo. será por eso que permanecen como estepas.

marcela quiroz / 1974/ tj

sobre los alcances de la extensión



los bomberos acudieron a la vivienda de zetterlund tras recibir una llamada de socorro de la afectada, pero cuando llegaron ella ya estaba muerta y su cuerpo carbonizado, lo que obligó hoy a hacer un análisis de adn para identificar sus restos, ya que el cadáver era irreconocible.

la primera vez que me pasó esto del dolor, no me pude mover casi. aunque, a decir verdad, en este momento debo estar anticipando mi propia historia.

empezó todo de otra forma. realmente lo de no moverme pasó después, primero se vino extendiendo por la pierna y por la espalda, una cosa poco a poco invasiva, de esas que te agarran por dentro valiéndose del tiempo y la desconfianza.

cuando le empieza a uno la enfermedad, se le viene encima lentamente; aun cuando es rápido, aunque sea en una tarde es poco a poco, por eso que uno no se preocupe y a veces mejor se unte unas cremitas, así, en lo que pasa.

pero no pasa.

me imagino ahora que lo que sucede en condiciones como ésta, es como lo que decía virginia woolf para la novela, que es como una telaraña muy delgada, ligada muy sutilmente, pero al fin ligada a la vida por los cuatro costados. Yo digo que con la enfermedad sucede lo mismo. uno cree que apenas ataca una parte, la parte de atrás de la pierna derecha, la parte baja de la espalda; pero no. la enfermedad está toda ligada, al principio muy sutilmente, casi impercebitle, también a los cuatro costados. y es con el tiempo que uno alcanza a ver, apenas, entre luces, los tejidos entre una cosa y otra, los alcanes de la telaraña.

la policía cree que el incendio se debió a un cigarrillo mal apagado y que la víctima, que tenía graves problemas de movilidad desde hace un año, se percató cuando las llamas se extendían por toda la habitación.

sucede que cuando uno empieza darse cuenta de las implicaciones de ese primer dolor, el universo se vuelve más grande; más grande mientras los alcances de la enfermedad se multiplican. cuando se duerme la pierna, cuando ya no se puede doblar la espalda, cuando se acalambran los dedos; cuando eso sucede es como si la telaraña se multiplicara al infinito y nada pudiera hacerse para detenerla. se la ve irse, así de rápido. andar libremente por el cuerpo, destrozarlo a impunidad; desbaratarse, fortalecerse. la costrucción de las condiciones adversas es un poco así, se cimenta en fragilidades, en grietas. sobre rupturas se construye con una extraña determinación. quisiera uno a veces, haber tenido al menos un poco de ese poder de decisión que tiene la enfermedad. quisiera uno, a veces. así que, con la misma testaruda actitud, se le frenara en seco, o se le tejiera encima otra capa, igual de sutil en apariencia, para destronar sus redes. Si uno pudiera moverse.

la policía sueca ha identificado hoy el cadáver de monica zetterlund, una de las cantantes más populares de suecia y de toda escandinavia, fallecida después de que se declarara este jueves un incendio en su casa en el centro de estocolmo.

al principio del mismo ensayo de woolf donde asegura lo anterior sobre la novela y su destino tejido con la vida, asegura que la única forma en que una mujer puede hacerse escritora es teniendo un cuarto propio. de tal forma que esa habitación represente, no sólo el espacio infranqueable de silencio; de autosustento, garantía de autoridad sobre el tiempo ahí contenido y sus devenires, sino, y sobre todo, el universo de creación. creación no sólo literaria; incluso, menos que todo litreraria; me imagino que pedía la escritora ese espacio de creación del ser, de autocostrucción, de salvamento; de último reducto frente al peligro de la destrucción. pues resulta que mucho antes de poder crear se necesita detener la destrucción, conseguir la tregua; alcanzar a apagar el fuego antes de que lo consuma todo, porque es muy fácil entonces que el universo se vuelva muy chiquito chiquito, hasta convertitse el mundo en un solo cuarto, sí, propio.


marcela quiroz luna | 1974 | tj | mayo.05
imagen: graciela iturbide. casa de frida kahlo, coyoacán, méxico. 2007

por querer domesticar

a ese lugar, abajo de las capas de tierra y otra de cemento, para que no expeliera malos olores, llegó antonio cuevas luego que fuera asesinado por su hermano julián. la intención del crimen era pasional y conveniencia, julián buscaba quedarse con la esposa de su hermano, narcisa gurrola, sus hijos y vivienda.

desde que estoy aquí he venido confiando menos en el espacio. debe haber habido un momento, entre tanta bruma, cuando sucedió. todo se vino abajo y nadie se dio cuenta de los escombros. será que los enterré muy rápido.

era un secreto a voces, hasta el más pequeño de la familia cuevas gurrola lo difundía por todo el barrio murúa: “abajo de la tierra, de un carro, está mi papá”.

sucede cuando uno intenta diagramar el movimiento, relacionar las distancias; evidenciar el recorrido. por más que te sientes afuera todas las tardes y mires fijo al horizonte, hay un punto, el tuyo, que de un tiempo acá no avanza; como si tu historia hubiera dejado de seguir lo que transcurre; es entonces cuando ves tu fracaso. por eso pesa la detención.

hubo consentimiento de todos, por ello en los seis años que transcurrieron antes que encontraran el cadáver nunca se presentó una denuncia de los hechos.

muchos de los que estamos aquí llegamos por otra cosa. Algunos, los he visto, ya se fueron, no duraron mucho una vez que les tumbaron las expectativas; me imagino. eso pasa los primeros meses cuando la cosa se pone clara, te quedas por el mar o te sigues moviendo. yo no vine a quedarme, pero sigo aquí. eso pasa también con los que se quedan, he oído, no lo dicen en voz alta, no vaya a ser la mala suerte. ya de suyo fue difícil seguirle, aun a pesar de todo, que a veces se engaña uno por las noches para mejor dormir y te dices, muy bajito, cinco veces: ‘ya pasó lo peor’.

cansada de los golpes que recibía de su segunda pareja y de las frecuentes riñas, narcisa gurrola decidió que julián también debería perder la vida.

te quise decir lo de las olas por encontrarme constante, por creer que estoy aprendiendo algo en medio de tanto aislamiento. luego escogimos la fecha del calendario para el día en que, se supone, acaba esta historia. ese día me voy a ir de aquí por mucho tiempo, hasta que empiece la otra. pues no todos los días se empieza la vida de nuevo; quienes lo aseguran optimistas apenas han estado ensayando, como nosotros; porque la vida se sigue de largo a menos que uno le ponga enfrente algo, lo más parecido a un espejo.

tuvo que existir otro crimen para que se descubriera el primero. la misma suerte de antonio cuevas la corrió su hermano julián seis años después.

por eso no hay que decir aquí que uno se queda, apenas hay que pensarlo dentro, en el caso, para tener con qué regresar.

a mí me da miedo lo de la fuerza; espero no haberla gastado ya toda. no nos vaya a pasar lo mismo que a otros, no nos vayamos a confundir de lado y de barda. Porque aquí nada se escala en balde; por exótico que parezca, en un lugar hecho de desperdicios, el primer empuje sigue siendo invaluable.

en esta ocasión no enterrarían el cuerpo, decidieron. lo asesinarían con un arma de fuego, posteriormente lo tirarían en un lote baldío y ahí lo incinerarían, para evitar dejar toda huella del crimen.

cuando me pongo a ver lo que ha pasado y lo que falta, se convierte todo en una especie de monólogo atragantado; como si por aquí no corriera el aire. será que a nadie le gusta hablar en voz alta de lo que ya no pudo.

el cuerpo carbonizado de julián cuevas fue encontrado en junio del presente año.

creo que yo también estoy cansada. cansada de tantos golpes.



marcela quiroz luna. 1974. tj.

dinámicas de frontera | members only vs only member

a la salida del lado-gringo-del-lado-mexicano (porque en la garita de san isidro (o ysidro), como en toda frontera compleja como ésta de tijuana y san diego, que es la más transitada del mundo, hay cinco lados, no dos como se creería: está el lado mexicanoamericano por donde cruzas y se supone que estás en méxico pero ya todos los letreros –y la seguridad- son en inglés, el americanomexicano-del lado derecho- donde ya cruzaste pero todo sigue siendo en español, el americanomexicano–del lado izquierdo-donde quieres suponer que ya estás en méxico pero el dutyfree te recuerda lo contrario, lo mismo el letrero al final de las rampas y el larguísimo pasillo-puente en el que dice que hasta ahí todo lo que hiciste y dijiste durante tu caminata de 5 o 10 minutos –dependiendo de tu velocidad y prisa- quedó grabado por las autoridades estadounidense, el mexicanomexicano por donde regresas y te venden tamales y esquites a la salida de la reja –antes de la entrada del primer mcdonalds del país por este lado, y por último, el lado americanoamericano que, curiosamente, parece que sobrevuela e intimida a todos los anteriores). el caso es que a la salida del lado-gringo-del-lado-mexicano, se cruzan clandestinamente o más bien, se “acomodan estratégicamente” los que de tj asd van a regresar por la noche con los boletos del trolley “all day tripper” de los que de sd a tj terminan de usar cuando regresan de trabajar y/o gastar el salario, a diario.

el intercambio es por demás interesante, y no por el ingenio del intercambio como moneda simbólica reciclable de utilidad práctica inmediata, sino por el silencio. todos se sobreentienden, aún cuando vengas cruzando por segunda vez apenas, entiendes instintivamente lo que tienes que hacer con el boleto que traes en la mano o en la bolsa o en la chamarra. es un asunto silencioso y se respira sobretodo, es claramente complicidad. me atrevería incluso a llamarlo, aún en estas épocas cansadas del optimismo: solidaridad. es interesante (y si estás emotivamente inestable, es hasta conmovedor) ver cómo sólo en ese momento, todos los mexicanosmexicanos que cruzamos por ahí, dejamos de pretender la posibilidad mexicanaamericana o americanamexicana, o lo que se pueda, para ya a esas horas, todos cansados y con ganas de llegar a hablar sólo en español, asumir en silencio eso: que a pesar de toda pretensión bien o mal lograda durante el día, somos finalmente mexicanosmexicanos y que lo que se pueda hacer en esos 5 segundos de intercambio para ayudar al de junto, se hará en silencio, pasándole, aún frente a las cámaras escondidas de las esquinas, el “all day tripper” del trolley.

ahí entra lo de la diferencia entre el “members only” y en “only member”; se hace evidente a la vez que se hace reversible en ese preciso acto. como contexto para quien no lo haya ya adivinado, el “only member” es la versión pirata en chamarra de poliester para caballero del orginial “members only” original de los años setentas que el suburban way of life gringo puso de moda en esa década y en las que venían (es muy común encontrar las members only en tiendas de provincia hoy día, y el hecho de haberme topado con la factura pirata sólo confirma el extraño éxito de chamarra tan intrascendente) que por supuesto, más de uno en el trolley la maneja. esta vez leía “only member” y claro, la traía un migrante, y esa realidad inconscientemente portada dejo en claro entonces que traer la etiqueta equivocada que te consigna como outsider o “allien” (como dan en llamarnos en la frontera), irrevocablemente y con todas sus consecuencias, era capaz de verse subvertida del sentido de la exclusión en el acto del intercambio clandestino y silencioso del boleto al bajar del trolley, para incorporarte a la comunidad autogenerada en ese pequeño espacio perfectamente identificado en el que se paran los que van y casi no se detienen los que vienen. así que los muchos only member(s) se transforman –realmente sin mucho esfuerzo ni planeación– en members only de la comunidad de trueque y reciclaje –transitoria pero recurrente– en un “no lugar” por excelencia como los son los pasillos entre fronteras y lados, donde, aparentemente, según los sociólogos y otros, sería casi imposible generar. aquí se logra diario después de las 6 de la tarde más o menos.

marcela quiroz luna / df-tijuana
mayo 2004

diferencias de sentido

desperté, bastante antes de las seis, pensando cuáles serían las diferencias entre estar varado y encallar. lo primero fue esto...

encallar (der. de calle). intr. dicho de una embarcación: dar en arena o piedra, quedando en ella sin movimiento. //2. no poder salir adelante en un negocio o empresa.

varado, da. adj. ant. que forma varas o listas. //2. conjunto de jornaleros que en Andalucía van a las casas de campo, bajo la dirección de un capataz, para la cava, la biba u otras faenas agrícolas. //3. tiempo que duran estas faenas. //4. Ingen. Medición de los trabajos hechos en una mina al cabo de un periodo de labor. //5. ingen. este mismo periodo, por lo común de tres meses al cabo de los cuales se ajustan cuentas y se reparten las ganancias si las hubiere. //6. suma de estas mismas ganancias, y aun del dividendo que de ellas corresponde a cada accionista. //7. zam. conjunto de puercos que puede cuidar una persona.
varado, da. (del part. de varar) adj. am. dicho de una persona que no tiene recursos económicos. //2. acción y efecto de varar (un barco).

varar (de vara) tr. mar. sacar a la playa y poner en seco una embarcación, para resguardarla de la resaca o de los golpes de mar, o también para carenarla. //2. desus. echar un barco al agua. //3. intr. dicho de una embarcación: encallar en la costa o en las peñas, o en un banco de arena. //4. dicho de un negocio: quedar parado o detenido. //5. am. dicho de un vehículo: quedarse detenido por avería. //6. prnl. ven. quedarse detenido en un lugar por circunstancias imprevistas.

por principio me interesó la distinción de origen en cuanto a las finalidades del acto –porque eso sí,queda claro que ya se vare o encalle, el asunto es sobre la terminación de algo y el inicio de un periodo de descanso– así que pareciera que encallar es por causas ajenas a lo que encalla, y en contexto ha de relacionarse con la mala fortuna (aunque también una de las acepciones de varar se considere así, más no su definición primera); mientras que varar, en principio se atiende como efecto, no causa. uno decide varar su embarcación para ponerla a resguardo, posiblemente, claro, para evitar la mala fortuna.

fuera del mundo naval, los siginificados se potencializan en caminos variados. particularmente me interesó, sobre lo varado, el sentido como medición de tiempo del término, eso de los tres meses tras los cuales se evalúan las ganancias –si las hubiera– a estos fines resulta clave. lo mismo lo del número de puercos que una persona puede cuidar. es un asunto de límites y posibilidades. en el primer caso se refiere a la suma de logros por jornada en tiempo; en el segundo se trata de la capacidad de control de una sola persona sobre un espacio visible. ambos exigen sobre la extensión, ya de tiempo como de área, el control y sus resultados.

por otro lado, lo varado como algo quieto, obligadamente quieto o imposibilitado al movimiento, resulta un freno importante a las capacidades de divagación del significado. ya el negocio, o la persona, o la embarcación, para los tres siginifica básicamente lo mismo: no poder moverse por algo ajeno a la voluntad que lo padece. ahí es donde entro yo.

hace doce días que estoy en reposo obligatorio o forzoso (dependiendo la calidad del adjetivo ¬–según he podido observar– de la hora, el clima en mi balcón, las llamadas telefónicas, la cercanía de la cita médica del día y mis humores) por padecer: espondilolistésis ítsmica por espondilolisis. (por cierto, parece justamente que toma doce días aprenderse por entero la designación médica completa) el diagnóstico corresponde a un desplizamiento de la 5ta vértebra sobre el sacro con fisura, lo que ha perjudicado el disco y el nervio. así. más o menos, es lo más concreto que he podido explicar los dolores que no han parado desde entonces en la espalda y la pierna derecha, que me han obligado a vivir acostada o recostada (las dos opciones recomendadas de postura que me ofreció el ortopedista desde mi primer visita hace dos lunes, como posibilidad de supervivencia, mientras se decidía el cómo y el cuando del procedimiento quirúrgico). y sobre esto, he de decir que vivir acostada doce días es imposible para el que no toma ni siesta; así que pronto concluí que recostada era mi única opción. por recostada entiendo –especialmente cuando uno tiene estos problemas de columnas rotas– estar acostada de lado (preferentemente sobre el costado izquierdo) con los ojos abiertos, intentando verticalizar de nuevo lo que ahora por fuerza es horizontal para poder leer –ya en libro o en la pantalla–, platicar con las visitas en un sobreintento de coherencia e hilaridad sobre la sobredosis analgésica, o intentar seguir una película con subtítulos. estar recostada es, en pocas palabras, un intento, el último quizá en cuanto a posturas se refiere, por seguir en contacto con el mundo. es un esfuerzo voluntario contra lo involuntario del reposo. volviendo a los barcos, es una decisión por encallar en contra de lo varado. es posibilidad, no reducto. lo curioso resultan las implicaciones del intento. son grandes esfuerzos realmente los que le exigen a uno la posición que con tanta nobleza y serenidad se designa el recostar. por principio sea lo más molesto y rápidamente notorio, lo de la mirada. pronto se da uno cuenta que los ojos no se conforman con ver las cosas de lado así nada más y uno de ellos, el más próximo a la almohada, hace extra esfuerzos por volver a su sentido y ubicación original las cosas, la imagen de las cosas, para el cerebro, la percpeción y el entendimiento. así que al poco rato, los dos ojos, pero más uno, se ponen rojos y duelen por dentro. debe ser el músculo que intenta enderezar y enderezarse vanamente, pues, sobra decirlo, el esfuerzo no da frutos reales, tan sólo la ilusión de, estar efectivamente leyendo o llevando una conversación semi-normal. el otro síntoma de gravedad empieza y termina en los pies, sube por las piernas y acaba por condensarse en el hombro (también el más próximo a la almohada) y la cabeza. es impresionante el efecto continuado que el no tener los pies en el suelo ocasiona física, mental y emocionalmente. los momentos buenos son cuando, a fuerza del esfuerzo por el autocontrol y la serenidad, uno empieza a sentirse de alguna forma ingrávido, como en una alberca, menos pesado, más estable y confiando en que el esfuerzo por sostenerse no le corresponde a uno sino al colchón. así que, hay días, momentos de esos días, en que se está en una especie de limbo físico y mental, pues como es de suponerse, las ideas también se acuestan cuando se vencen y se quedan sólo ahí, en reposo. éste resulta ser el mejor estado para la mirada también pues ya no se afana en entender lo que ve a como estaba acostumbrada, sino que se acostumbra a ver lo que ve; ya ni siquiera se piensa en lados, y las coordenadas de la habitación dejan de ser techo-piso-paredes, para convertirse sólo en un cubo dentro del que uno habita pacientemente, recostado. normalmente esto tiene que ver con la media tarde, unas dos horas antes de que caiga el sol.

pero cuando esto no sucede, y al contrario, los pies se sienten demasiado ligeros contra el peso malintencionado de las rodillas entre ellas; y las costillas no dan por acomodarse entre los brazos, el cuello tira del lado opuesto al del descanso y la cabeza empieza a pesar por condensación, las cosas no se corrigen solas. así que si puede uno, dependiendo del dolor y el nivel de medicación, se pone de pie y le da dos vueltas lentas al departamento (que, por cierto, nunca me había parecido tan chico, salvo la cocina –inexplicablemente ahora me parece más grande– será que me estoy encogiendo en la inutilidad). pero si acaso uno está en un mal rato y no se puede poner de pie, la cabeza sigue pesando porque hace grandes esfuerzos por pensar, precisamente entonces, cómo es que llegó ahí, a esa situación lamentable y muy poco heroica en tiempos olímpicos. y se siente uno, hay que decirlo, completamente varado; detenido por avería. y las averías, la verdad es que pesan mucho y le hunden a uno la cabeza en la almohada, hasta debajo de las cobijas, aun en el verano. que por cierto, ya se está acabando. hoy es la primera mañana gris hace semanas; recuerda los primeros días de marzo cuando recién llegamos aquí, no hace tanto.

el lunes nos vamos al df a operarme en un intento –que ya desde ahora sentimos ingenuo– por conseguir que el seguro cubra los gastos. y ya desde ahora nos sentimos también, varados, en la lectura económica-financiera del segundo significado. lo que me hace pensar en las razones y consecuencias del que no encalla por gusto; y sobre la extensión del sentido del varar sobre lo recostado, ambos sobre la horizontal, cancelando la posibilidad vertical de ilusionarse con el cuerpo como soporte, la columna como eje y la salud sobre los números. así que quede claro que sí, como lo sospechaba esta mañana, las diferencias entre varar y encallarse son de sustancia, peso y dirección; al menos en mi caso personal, aun cuando ambas acciones-situaciones detienen el desplazamiento, no sirven para frenar el deslizamiento, ni de las ideas, ni de la vértebra. de tal suerte que no me quede más que contar con la valoración de ganancias –como lee una de las definiciones¬, en el periodo de tiempo estimado clínicamente para mi recuperación. así por lo menos, aún recostada-encallada o gracias a eso, podré decir que logré deslizar el sentido de lo varado.


marcela quiroz luna / tj / 1974

imágenes de otros

me contaron ayer de un hombre que camina lento. que anda de un lado al otro, cuando se le pide, se sube en pausas, según el cuidado y la costumbre, sobre una escalera vieja de madera, retira el foco, lo limpia, lo guarda en su bolso derecho. del izquierdo saca otro foco, el nuevo. el que preparó antes de subirse a la escalera y de caminar de un lado a otro. lo limpia. lo pone en lugar del viejo. vuelve la lámpara a su sitio. baja poco a poco la escalera, la retira y la carga a un lado. el otro foco lo lleva en la bolsa derecha, el viejo. camina de nuevo, así, con paso lento. deja la escalera donde la encontró, recostada en el muro, sostenida apenas, sin estorbar. saca de su bolsa el foco viejo. sobre la mesa hay ya, desde otras tardes, cuadros de periódico más o menos de un mismo tamaño. el hábito y la práctica, no tanto la perfección. están acomodados en una pila, más arrugados unos que otros. no creo que sean de los periódicos que el mismo hombre ha leído. por su cabeza entiendo que le gusta más bien tomarlos de por ahí, cuando adivina que ya los han leído, no necesariamente al final del día. sólo así, cuando adivina. es una forma de meterse en la vida de otros sin que lo vean a uno. el hombre los lleva entonces a su mesa, lo amontona para otro tiempo. imagino que los corta en la noche, ya cuando no hay nadie, entonces los hace cuadritos. ese día, según me contaron, uso uno de esos para envolver el foco viejo. luego, lo tiró al basurero.
volvió a poner la tapa. quizá fueran otros a tirar ahí mismo cosas pesadas –también adivin󬬖 al menos lo suficientemente pesadas para romper un foco. al hombre le gusta prevenir. no por eso camina lento. esto, lo entiendo, es por la edad. aunque bien a bien esto no me lo contaron, creo. lo imagino. el hombre hace bien lo que hace. hace poco, pero entiende, me dijo quien me platicó de él, cómo se debe hacer lo que se hace. lo que hace uno en la vida.

hoy me escribieron de otra cosa, de alguien que volteó al cielo, a ver un avión cruzando a media tarde, después de salir del trabajo, pensando, como piensa uno a veces en la vida (tan pocas que siempre se recuerdan con precisión como en esta ocasión) que todo está bien, y que en realidad sí tiene sentido estar vivo ahí donde se está parado. después vino el secuestro.

mañana tengo que pensar entonces cómo hacer con lo que tengo ahora. esto de la espalda que vengo anticipando hace ya meses sin advertirlo, según algunos, cuando pedía una silla, cuando me recargaba contra un muro, cuando después de los bailes me quitaba los zapatos siempre, ya en el coche. cansada. yo acaso diría que era por las mañanas cuando me estiraba en la cama hacia adelante y me quedaba ahí, doblada en dos, lo más que podía –quizá en una de esas se rompió y yo sentí bien. mañana, pienso, tengo que empezar a pensar lo que he venido platicando estos días con quienes me platican lo que no puedo ver desde la cama. hace pocos meses, interminables semanas, pensaba yo que la felicidad podía no darle a uno nada más que eso. por eso será que cuando llega nadie la entiende. mañana tengo que pensar que la infelicidad es más detectable, es cierto, pero así, igual, es también más traicionera. yo creo que porque uno cree que entonces ya no tiene más que perder y se deja al descuido, se olvida de envolver el foco viejo. no es cierto, de cualquier manera que la infelicidad llegue de pronto toda. aunque sí creo que pase esto con la felicidad, pero llega, claro, cuando uno no lo espera y pasa lento como por arriba de la cabeza, como un avión que no hizo ruido. la otra se nos viene encima sí, pero se guarda, se derrama lento y si uno quiere o se descuida, entonces nunca deja de derramarse. por eso hay que atender a lo otro. así que termine uno un día recogiendo imágenes chiquitas, de historias más grandes, de gente que uno conoce o jamás a visto, o ha visto miles de veces pero desconoce sin culpa designada. por eso me fijo mucho ahora, en lo que me cuentan. sobretodo en esas cositas chiquitas que la gente no ha de entender tampoco por qué las cuentan cuando las dicen. ¿por qué las recuerdan? ...para contármelas.

se sabe que lo que mira uno no es sólo para uno, es para otros, para los que no lo vieron. lo que recuerda uno, eso sí, se cree que es para adentro, que el recuerdo se sirve de sí mismo y sirve a un sólo dueño. pero a veces es muy grande el recuerdo, por pequeña que parezca la historia o irreparable el daño.

por eso cuando ella se acuerda del avión, también me regala un pedacito. porque me imagino que cuando el recuerdo se vuelve imagen, ya no le cabe en la cabeza, se hace grande y la amenaza. por eso me lo cuenta. debe ser lo del quiasma –punto de encuentro de los nervios ópticos¬¬– donde se dijo que se formaba la visión. ahí debe empezar a dolerle algo. será ahí que se junta la visión? donde se hace? eso ya se lo preguntaron de muchos siglos atrás, luego dudaron y dijeron que lo de la visión se hacía en la cabeza, en la parte de atrás. lo que se buscaba era lo mismo, creo, que en lo que pienso ahora, saber cuando la luz se forma imagen y cuando esa imagen adentro de uno se desborda. se me ocurre que es cuando pasa que la gente viene y me cuenta esas cosas, porque saben que ahorita no puedo verlas. porque intuyen que cada noche me repito: “mañana tengo que empezar a pensar qué voy a hacer con esto”. entonces la visión se vuelve un regalo de algo a veces querido, a veces sólo fijado sin razones aparentes, a veces diagnosticado como el principio de la tragedia.

dicen que la imagen llega invertida a la retina; que luego se endereza... yo en eso estoy, entonces, de eso se trata ese “mañana” que pronostico con tono ansioso, más bien desairado. hay que aprender a invertir lo que se oye a lo que se ve a lo que se dice por lo que se escribe.

me dicen que esto de la espalda es una nueva “condición” con la que tengo que aprender a vivir. apenas estaba entendiendo mi anterior condición, creo. apenas. pero es eso mismo, sólo hasta que ha cambiado mucho y mal los focos, sólo hasta que se han hecho pedazos en el bote más de quince. sólo hasta que se sabe de qué tamaño hay que cortar los papeles de periódico, los fragmentos que uno necesita de las historias de otros, sólo hasta que se sabe que hay que poner juntas la escalera, la mesa, el bote y el cajón de bombillas nuevas. sólo hasta entonces, yo creo, puede uno saber por qué regala esas historias y no otras. porque se trata de hacerlas adentro, luego invertirlas y entonces, enseñárselas, recrearlas para alguien que, quizá, en ese momento justo, no puede verlas pero sabrá qué hacer con ellas. en el mejor de los casos, sabrá cómo regresárnoslas. para esto, nunca, debe uno esperar a que sea mañana.

muchas veces pasa, se sabe también, que el mañana se viste de pasmosa eternidad cuando se concibe durante semanas, de medio lado, en voz baja.


marcela quiroz luna / 1974 / tj-df

¿a qué sabrá cuando sepa?

me viene pareciendo extraño –y espero no sintomático– que siendo la primera vez que trabajo de lleno en un proyecto a todas luces y con la debida justicia nombrado como “artístico”, sea justo ahora cuando menos arte he visto. ¿será que a todos les pase? ¿será que ante la expectativa de altos réditos que uno asume al hablar de integrarse a un proyecto artístico, termine por convertirse alguna o varias etapas del proyecto, en mera papelería? ¿será un mal del oficio? ¿será sólo falta de tiempo y exceso de tareas ante la inminente volatilidad de lo artístico? ¿será por eso que uno nunca ha podido definirlo?

preguntas y preguntas. respuestas, muy pocas y dependiendo claro, del día y del humor, pues lo artístico parece no esperar a nadie. acaso se sigue de largo mientras uno llena formas, archiva información y ensaya estructuras.

el caso es que hace poco vi taste of cherry (el sabor de la cereza según traducción literal para mantener el idioma en futuras referencias) del cineasta iraní abbas kiarostami (realizada en el 2000 y presentada en varias muestras internacionales de entonces a ahora). una interesante ‘road movie’ si uno quisiera entenderla dentro de géneros ya trazados. pero, curiosamente no tiene ninguno de los atributos normales de una road movie tradicional, donde el punto de partida sí efectivamente parte hacia un punto de llegada; y donde el viaje avanza, no sólo sobre sí mismo, sino a través de la pantalla, como haciendo honor al recorrido del cinematógrafo en cuadros por segundo que literalmente se desenrrollan para contar una historia, dar movimiento a la escena y diálogo a sus personajes. pues no, no sucede así en el sabor de la cereza pues conforme pasan los días después de que uno la vió, le va quedando a uno más claro que el viaje no se hizo. que no hubo recorrido real, que el protagonista –a pesar de haber estado manejando su automóvil durante el 95% de las escenas– no llegó a ningún lado, ni realizó viaje alguno más allá del círculo vuelta y vuelta sobre un cerro polvoso, no muy ancho, ni muy alto. y, a pesar de que toda la película está estructurada con una cámara que se mueve, no hay viaje, sólo movimiento. y no es lo mismo.

entonces es fácil concluir que lo que se sugiere, claro, es el viaje interior, el del personaje que busca un sentido que lo aleje de la decisión retardada de suicidio, aún a pesar de haber cavado ya su propia tumba (más literalmente que en poética). actitud reflexiva, sonorización ambiental, muchos silencios, nada de música, poco diálogo... características comúnes a las producciones de kiarostami con las que entrampa a los personajes y esquina a sus espectadores. resulta que el personaje principal de el sabor de la cereza, el sr. baddi, busca quien lo entierre -una vez sobremedicado y recostado dentro de su propia tumba bajo un árbol a la vuelta de un cerro. pero, y siempre está el pero, antes de echarle encima la primera palada de tierra, el que se preste, tendría que llamarlo por su nombre dos veces, por si acaso; no fuera a ser que no estuviera muerto sino sólo dormido por efecto de los somníferos. resulta obvio para quien observa el filme que la insistencia en esta verificación última que recalca el sr. baddi a sus muchos entrevistados para tal tarea, es prueba de que lo busca no es quien lo entierre sino quien lo salve de sí mismo. por eso es que el recorrido vuelve siempre a un mismo punto: la tumba en espera; por eso es que el camino parece siempre en redondo: porque es una decisión no lineal la de la muerte, por mucho que lo parezca. y es que no se va de la vida a la muerte sin antes pasar muchas veces por la misma vida padeciendo muchas muertes más chicas. al menos así lo parece en pantalla (y fuera de ella). es como la sensación que da la cámara siempre o casi siempre desde dentro del coche mirando hacia adentro del coche. no se ve nunca de adentro hacia afuera, por eso es que parece que no hay recorrido, porque no hay mirada ni camino ni intenciones de recorrerlo. el personaje no busca un enterrador, busca tiempo y la creencia de que tiene que encontrar algo o a alguien sin lo cual eso que parece inminente y necesario –el suicidio– no puede llevarse a cabo.

no hay muerte sin enterrador, quiere creer el sr. baddi. claro que la hay. sólo que las muertes chiquitas, esas otras, las de todos los días, nunca esperan quien les eche tierra encima, y pasan, no avanzan, pero siguen pasando. como si entre todas pudieran ir cavando una tumba más grande, la verdadera. y sólo se puede uno escapar de la suma si encuentra como baddi, a alguien que le platique algo tan chico y poco importante como lo de las cerezas para el guardia de museo. ahí es que queda claro que el único viaje posible en este road movie es el viaje imaginario para el escucha de las historias personales cuando se dicen en voz alta sin muchos motivos ni pretensiones. que si no, que si uno busca siempre en sus propias historias y sólo le da vuelta a sus actividades diarias sobre las mismas actitudes, es muy probable acabar en un viaje en redondo.

y es que justo ahora estoy en un momento parecido al del sr. baddi, por lo que decía al principio de las grandes expectativas y las pequeñas realidades. y no porque busque quien me entierre o quien me salve de hacerlo, sino porque en esto de los proyectos artísticos, al menos para uno que está dentro de ellos por primera vez, y no sólo criticando sus resultados, parece muy facil sentirse solo y sólo dando vueltas en redondo, incapaz de intentar la línea recta para llegar a algo motivante y de aunque sea de provecho aparente.

entiendo bien que los procesos son los procesos y que el esqueleto hay que armarlo de huesitos y que lo satisfactorio del reto diario no necesariamente es lo que uno hubiera esperado o querido. lo que apenas estoy entendiendo es que si uno no busca el muy personal sabor de la cereza más allá del camino polvoso que se recorre de ida y vuelta infinidad de veces durante el día, la semana y el mes, muy probablemente sí termine por sentir el peso de las paladas sin haber visto las estrellas. pues cuidado, que para las dos cosas basta con acostarse en el suelo bajo un árbol mirando hacia arriba.

marcela quiroz luna / 1974. tijuana